miércoles, 29 de octubre de 2014

Capítulo 22 - Lo conseguí !!!! (Parte 2)

En el capítulo anterior ya os conté, que Esperanza me llamó y claro, su número de teléfono quedó grabado en mi teléfono fijo.

Así que pasados unos días, la llamé para ver que tal se encontraba y ya de paso, a ver si conseguía una cita con ella.

“Hola Esperanza, buenas noches”

“Quién es??”

“Soy Javi, el otro día me llamaste y me dijiste que tenías muchas ganas de hablar conmigo”

“Javi?, qué Javi?”.

“Si mujer, me contaste que te había dejado tu novio el carpintero”.

“Ah ya!!!, si bueno, pero te llamé por error, yo con quien quería hablar era con mi amigo Antonio”.

“Jajajaja, ya me di cuenta, pero oye, dada esta casualidad telefónica, lo mismo te apetecería que nos conociéramos en persona”.

“Pues no sé yo. La verdad es que no quedo jamás con desconocidos”.

“Mujer, ya no somos desconocidos. Creo que después de la conversación tan profunda que tuvimos, ya nos conocemos algo no?”.

“Bueno eso es cierto y la verdad es, que después de aguantar el chaparrón que te cayó encima, por lo menos deberíamos quedar para pedirte disculpas”.

“Bueno, no serán necesarias las disculpas, pues estaba claro que no iban dirigidos a mi, aquellos improperios”.

“Venga, me parece bien. Dime dónde y cuando quedamos”.

“Si te parece bien,  este próximo viernes y además  podemos ir al grano.

“Pero oye!!!!................no vas tu un poco deprisa?”.

“A ver, que me refería a ir al  “Grano” que es un restaurante valenciano que hay en el centro de la ciudad, en el que ponen un arroz muy bueno, y de ahí su nombre”.

“Ah,  si es eso si, vale”.

“Pues nada, nos vemos allí el viernes a las 2 de la tarde”.

“Nos vemos”.

Estaba yo muy contento, pues Esperanza había aceptado mi invitación y tendría la oportunidad de conocerla en persona.

El viernes sobre las 12 de la mañana, me empecé a acicalar para mi cita con el amor de mi vida y mientras me estaba duchando, (si, es que un mes pasa enseguida y ya tocaba), me di cuenta que la crema corporal que tenía estaba caducada desde hacía por lo menos 7 meses.

“Joer!!! y ahora qué hago???”.

“No me da tiempo a comprar una, pero, seguro que mi vecina Elena tiene y me la presta”.

Ni corto ni perezoso, salí de la ducha y me enrollé una toalla a la cintura, salí al pasillo y llamé a la puerta de mi vecina.

Cuando la puerta se abrió, Elena me miró de arriba abajo y me dijo:

“Hola Javi, qué haces así???”

“Perdona, es que tengo una cita, mucha prisa y no tengo crema corporal y venía a ver si tu me puedes dejar un poco.

“Claro hombre, espera”.

Al poco salio mi vecina con un bote de crema de coco.

“Toma, esta es la que tengo y además huele muy bien”.

“Gracias, luego te la devuelvo”.

Según decía estas palabras y como ya era un poco tarde, me di media vuelta rápidamente y noté como la parte baja de la  toalla se me enredaba en el pie derecho, y al dar el paso con ese pie, la toalla se vino abajo completamente, dejando mi culo al aire y a la vista de mi vecina.

“Jajajaja” se oyó detrás de mi.

Ahí estaba yo, en el descansillo de la escalera, con el culo al aire, un bote de crema en una mano y con la otra recogiendo la tolla del suelo.

“Buenas tard….” dijo el vecino del tercero que subía en ese momento por las escaleras con sus hijos y su suegra.

El vecino tenía los ojos como platos de la impresión, los niños se estaban partiendo de la risa mientras el padre les tapaba los ojos y la suegra sufrió un desmayo.

“Perdón” dije, “es que….” , no dio tiempo  a más, tal era mi vergüenza que ni terminé la frase, me puse rojo como un tomate y cerré la puerta de mi casa.

“Qué torpe soy por dios, pero que tope”.

Pero no había tiempo para lamentaciones, era tarde, muy tarde y mi amada seguro que ya estaría dirigiéndose hacía “El Grano”.

Me dí la crema, me eché desodorante, me puse colonia y me vestí a la velocidad del rayo.

Era Noviembre, pero ese día hacía un calor propio del mes de Agosto.

Yo llegaba tarde, salí del metro y empecé a correr hacía el restaurante.

“Uff que calor hace”.

Según corría, empecé a notar como las gotas de sudor despertaban a la crema de coco y ambos comenzaban a resbalar por mi cuerpo por dentro de la ropa.

“Pero por qué hace este calor ¡!!”, me lamenté.

“Qué hace ahí ese Sol?, que debería hacer frío, si frío, que es Noviembre y estamos por lo menos a 35 grados”.

Mis preguntas no obtuvieron respuesta, pero la humedad era cada vez más intensa y los chorretones circulaban libremente desde mi nuca hasta los hombros, inundando mi cuello de un líquido viscoso y de color blanquecino.

Al fin llegué a la puerta del restaurante y menos mal que Esperanza todavía no había llegado.

“ Y cómo me seco yo ahora todo este sudor impregnado en coco?”.

No tenía pañuelos de papel y encima, aquél Sol abrasador caía como plomo derretido sobre mi cuerpo.

Noté como por la espalda resbalaba la crema, y también cómo la camisa que llevaba puesta ya no absorbía más líquido........mi cuerpo estaba empezando a mostrar el sudor con olor a coco hacía el exterior.

La combinación de sudor, crema, colonia de Nardos (que a saber de qué nardos la habían sacado) y desodorante de Aloe Vera, estaban dejando tal “pestuzo”, que la gente que entraba al restaurante, me miraba con cara de asco.

Pasaban los minutos y yo intentaba meterme debajo del toldo que había en la puerta, pero como estaba enrollado (que ya les vale a los del restaurante con el calor que hacía), la sombra solo daba para taparme los pies.

Que por cierto, con las prisas se me había olvidado echarme el “Peusek” y el olor que emanaba de mis zapatos, combinaba a la perfección con el hedor del resto de mi cuerpo.

“Qué desastre” pensé.

“Y por cierto???”

“Cómo voy a reconocer a Esperanza???”.

“Si no la conozco ¡!!!”

El tiempo pasaba y Esperanza no aparecía o si, pero como no sabía como era, me puse a preguntar a las chicas que veía solas cerca de la puerta del restaurante.

“Hola perdona, eres Esperanza?”, le dije a una.

La chica y mientras se tapaba la nariz contestó:

“No, me llamo Margarita y tu harías bien en lavarte de vez en cuando so cerdo”.

“Perdona eh!!!”

A mi izquierda había otra.

“Hola, no serás Esperanza verdad?’.

“No, no lo soy y doy gracias al cielo por ello”.

Y sin mediar palabra empezó a vomitar.

Calle abajo apareció otra mujer, levanté el brazo (el cual tenía a la altura del sobaco un rodal de sudor que se apreciaba desde la Luna),  y haciéndole señales le dije: “Si eres Esperanza estoy  aquí.”

A lo que ella contesto: “Si hijo si, eso es lo que tu necesitas, esperanza y un buen baño”.

Derrotado por las negativas, cansado y mal oliente, me senté en un escalón de la entrada al restaurante.

La gente empezó a echarme monedas.


CONTINUARA………….

2 comentarios:

  1. uffff.....vaya calvario....que intriga...jooooo!

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  2. Gracias de nuevo Mike.

    Si, este muchacho tiene muy mala suerte, pero a ver si es capaz de encontrar a su alma gemela.

    O por lo menos deja de sufrir...........jajajaja.

    Javi.

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