Hola Javi, al final he tenido
que dejar a mi Travolta, creo que no es adecuado para mí, se me ha ido el tema
de las manos, te cuento:
Cata y Javi son dos amigos que se han conocido en una página para buscar pareja. Como vieron que lo suyo era imposible, optaron por contarse las cosas que les fueran pasando a cada uno de ellos, con las personas que encontraran por el camino. Javi por fin encontró el amor, pero sigue recordando sus aventuras y desventuras. Cata tiene un pequeño lío mental y no consigue encontrar a su compañero ideal, aunque no pierde la esperanza, de poder encontrarlo algún día..........
viernes, 27 de febrero de 2015
jueves, 26 de febrero de 2015
Capítulo 52 - Antes de Eva
Antes de encontrar a Eva, me
sucedieron cosas curiosas en mi búsqueda de pareja, que aún no he contado y que
creo no puedo dejar de contar.
En cierta ocasión, una buena
amiga me dijo que en España se había puesto de moda una forma de encontrar
pareja y que llevaba años poniéndose en práctica en Estados Unidos.
Si, es esa cosa en donde hay
una mesa muy larga, en la que hay diez chicas sentadas y los hombres tienen 5
minutos para entablar una conversación con ellas, de una en una claro y ver de
esa manera si existe “feeling” entre ellos.
Yo en principio no estaba muy
convencido con esta propuesta, pero como siempre me digo, por probar no se pierde nada.
El lugar era algo cutre, no
tenía buena decoración, era una sala rectangular muy sosa, y en su centro había
una mesa con diez sillas a un lado y diez sillas al otro.
Diez chicas se encontraban ya
sentadas en un lado de aquella mesa cuando yo llegué, y de pie, estábamos diez
chicos, esperando a que se diera la señal de salida.
Yo como llegue un poco tarde me
perdí las instrucciones de cómo se debía gestionar todo aquello y de manera
apresurada me dijeron que tenía 5 minutos para darme a conocer a la persona que
me tocara enfrente y que después de 5 minutos, sonaría una campana, que
anunciaría que el tiempo con aquella persona había terminado y que debía pasar
a la siguiente silla, en donde en frente, encontraría a una nueva mujer.
Bueno, yo creí que con aquellas
escuetas instrucciones, todo iría bien.
Los hombre nos fuimos sentando
por orden de llegada y por eso, yo me senté en la silla número 10.
Sonó la campana “Tilín, tilín,
tilín” y yo me encontré delante de una chica, a la que llamaremos “Cara de
Luna”.
Aquella muchacha tenía la cara
como una hogaza de pan, con unos colores en las mejillas (naturales supongo),
que parecían sacados de la cara de la mismísima “Heidi”.
“Hola”, dijo ella con voz
tímida.
“Hola”, dije yo.
Silencio……….
“Me llamo Javi”, dije para
terminar aquel incómodo silencio.
“Y yo Esther”, dijo ella.
Como no se decidía a hablar,
comencé mi exposición.
“Pues mira Esther, estoy
buscando pareja y alguien me dijo que viniera aquí.
Me gusta leer, escuchar
música, montar en bicicleta, pasear, escribir, ir al cine, sobre todo ir al
cine, es que me encanta el cine, voy todas las semanas, cuando hay estreno
claro, porque para ver alguna peli ya repetida, mejor la veo en casa, que tengo
una colección bastante grande de……….”
“Tilín, tilín, tilín”, sonó aquella
campana, que indicaba que yo había de pasar a la siguiente silla.
Silla número 9…………a esta mujer
la llamaremos……..por su nombre: Ana.
Ana era de mediana edad,
perdón, quise decir de la Edad Media, porque debía tener unos 700 años más o
menos y eso siendo benévolo.
Aquí la que habló fue ella.
“Hola me llamo Ana”.
“Bolena?”, dije yo.
“Qué?”
“No nada, que qué tal estás Ana?”.
“Pues solo tienes que mirarme,
para darte cuenta que soy un bombón”.
-Si, el primero que hizo
Suchar-, pensé.
“Si, Ana claro, eso se ve a la
legua”. Dije
-Porque como uno se acerque…..-
Pensé-.
“Y que te cuentas?”, dijo Ana.
“Poca cosa Ana. Me gusta leer,
escuchar música, montar en bicicleta, pasear, escribir, ir al cine, sobre todo
ir al cine, es que me encanta el cine, voy todas las semanas, cuando hay
estreno, claro, porque para ver alguna peli ya repetida, mejor la veo en casa,
que tengo una colección bastante grande de……….”. –Pero dónde está el Tilín,
tilín?????-
“…..películas, sobre
todo viejas, digo antiguas, digo clásicas….” –uffffff-
-Pero es que se ha roto la
campanita de las narices????-
“En fin, pues eso y a ti que te
gusta Ana?”
“Hacer punto, me encanta hacer
punto de cruz y desnuda mientras mi amante me observa”.
-Borrar esa imagen de mi mente,
me costó tres meses y dos psiquiatras-
-Tilín, tilín, tilín-
Silla número 8. A esta mujer la
llamaremos, bueno no, a esta no la llamará nadie, porque olía a queso de
cabrales, pero podrido de verdad.
Yo no sé como se puede oler tan
mal.
Aunque no se hubiese duchado en
su vida, o se hubiese revolcado por el fango durante años o se hubiese echado
estiércol por encima, sería imposible oler así de mal.
Me pasé los cinco minutos con
la nariz tapada e intentando reprimir las arcadas.
Cómo olería de mal, que en un
momento dado se tiró un pero y yo pensé: -Menos mal, un poco de aire fresco!!!-
Ella no decía nada, solo enseñaba
sus dientes negros y podridos y yo, sin poder evitarlo le dije: “Perdóname, me
voy a levantar de la silla, es que he tomado algo que no ha debido sentarme
nada bien, así que voy al baño”.
Silla número 7. A esta la
llamaremos, Elisabete…..a tomar viento fresco.
Según me senté ella dijo:
“Hola, me llamo Elisabete, soy francesa, y quiero saber si te casarías conmigo,
si tendríamos hijos y si al primero te gustaría llamarle Alberto. Eso si, yo
solo me caso por la Iglesia y claro, tú debes ser católico, porque si no eres
católico, no tienes nada que hacer. Además y para demostrar tu amor, debes ir a
un programa de televisión y decir a toda España que me amas………..”.
“Tilín, tilín, tilín”, -
Salvado por la campana-
Silla número 6. A esta la
llamaremos, y tú que haces aquí?.
Ella vestía con estilo, iba
bien maquillada y tenía un cuerpo de escándalo, pero cuando empezó a
hablar……………….yo quise morirme.
Tenía la voz profunda, como la de Barry White, o para
entendernos, como la de un camionero fumador empedernido.
A mi solo se me ocurrió
preguntarle: “Tu eres un hombre verdad?”.
A lo que ella dijo: “Y en qué
lo has notado?”.
Silla número 5. A esta la
llamaremos Ariel.
Si, porque tenía la voz
jabonosa.
Hablaba como en pompas y no
había manera humana de entenderla.
Silla número 4. A esta la
llamaremos, la rockera.
Habéis visto los Simpson? Y os
acordáis de cómo habla el conductor del autobús del colegio?.
Pues eso mismo………..
“Jolaaaaa colega, cómo te va?”,
dijo ella.
“Bien, gracias y a ti?”,
pregunté yo.
“Pos da buten tronko. Quieres
un poco dalpiste?”.
“Gracias, pero no, acabo de
cenar”
“Y qué es lo que te mola a ti
colega?”, dijo ella, “Porque a mi lo que me mola es la caña de España y losssss
conciertos de Rockssss duuuroooo”.
“Por cierto”, añadió ella,
“Tengo chocolate del moro, buena mierda, a quini el tiro”.
“Ah, gracias”, dije yo, “Pero
es que no como dulces después de las doce”.
“Tilín, tilín, tilín”.
Silla número 3. A esta la
llamaremos, si no explotas nos vemos luego.
Esta chica estaba tan embutida
en sus mallas, que se le debían estar explotando las espinillas (granos) hacía
dentro del cuerpo y me explico.
La chica era un bombón y además
demasiado joven para mi, pero llevaba unas mallas en las piernas y una camisa
tan ajustada por la parte de arriba, que yo no hacía más que mirarle el
canalillo, pero no por gusto, si por ver en qué momento el botón que sujetaba
aquellos enormes pechos, salía lanzado hacía mi cara.
Me pasé los cinco minutos
temiendo por mi vida o cuando menos, por uno de mis ojos.
Hubo suerte y cuando sonó
aquella campana, el botón salió disparado hacía el siguiente pretendiente. Éste
perdió un ojo por el botón (estaba claro) y el otro por un pezón (esto ya fue
una sorpresa).
Silla número 2. A esta la
llamaremos, Clara.
Clara era una chica sencilla,
normal, natural, pero un poco…………….
“Hola me llamo Javi”.
“Y yo Clara. Tienes alguna
enfermedad?”.
“Pues no, solo algún catarro de
vez en cuando”.
Clara buscó en su bolso y se
puso una mascarilla.
“Perdona Clara, ahora no estoy
acatarrado”.
“Si, ya claro”, dijo ella “Pero
por si acaso”.
“Y a ti que te gusta Clara?”
“Me gusta el paracetamol, el
Ibuprofeno, el Vicks Vaprub, la aspirina. Tomo mucha aspirina, ah y también
Frenadol”.
“Muy bien Clara, muy bien”.
“Tilín, tilín, tilín”.
Silla número 1. La última.
La silla estaba vacía. No había
chica, debe ser que era la única normal y alguien se la había llevado.
viernes, 20 de febrero de 2015
Capítulo 51 - Mi Travolta...
Hola Javi, Alberto me ha dejado, pero no hay mal que por
bien no venga, porque he conocido a un chico muy majo con el que me lo estoy
pasando muy bien, pues es muy divertido, claro, que es muy joven, sólo tiene 23
años, 15 menos que yo, pero apenas se nota, el de Madonna se lleva más con ella
¿no? Nos conocimos en la consulta del dentista, yo estaba para empaste y él
para blanquearse los dientes y desde entonces apenas nos separamos.
Pedro, que es así como se llama mi chico es alto moreno, con
ojos azules y un gran admirador de John Travolta en la peli de Grease por lo
que va vestido igual, con camiseta estrecha, pantalón vaquero con dobladillo en
el bajo, zapatos de punta de cordones y cazadora de cuero, todo negro muy
negro, bueno, él es blanco, muy blanco, je,je. También lleva tupé y el tío
hasta anda igual que John Travolta, como bailando y dando saltitos, cuando
vamos de la mano, yo también los doy, para coordinar el paso con él, así que hago
mucho ejercicio, a veces llego baldada a casa y como no me doy cuenta, sigo
dando saltitos, mi vecina el otro día me preguntó si me había torcido el
tobillo porque me veía cojeando, la gente que no sabe distinguir una manera
elegante de andar, ¡hay que ver!
Pedro tiene una forma muy graciosa de hablar, así también
como Travolta, supongo que será porque ha visto la película de Grease unas 20
veces y se sabe los diálogos de memoria, tanto que a veces me llama Sandy en
vez de Cata y a mí me mosquea porque ese nombre me suena a los helados del Mc
Donnalds.
Pero yo ya le entiendo todo, por ejemplo, cuando me dice:
“Nena, móntate en mi buga y nos vamos a ver las estrellas” significa que nos
vamos a pegar un homenaje en su coche, que romántico ¿verdad? O cuando me dice,
“¿unas birritas y una zampa?”Es que me va a invitar a comer a la tasca de la
esquina que tienen unos calamares y una cerveza riquísimos, él me invita y yo
pago.
El otro día me dijo: “No sé si presentarte a mi vieja,
porque lo mismo os liais a cascar sobre los viejos tiempos y me vais a comer el
coco” Me hizo una ilusión, eso significa que en cuanto me presente a su madre,
nos vamos a hacer íntimas amigas y me va a contar todos los detalles de cuando
era pequeño, ¡qué mono!
Lo malo es que el otro día íbamos en el metro, porque a
Pedro le gusta mucho el transporte público pues dice que luce más su persona y sobre todo, su tupé, y como estamos en
Carnavales más de uno le comentó que estaba muy logrado el disfraz de Travolta,
a Pedro se le puso una leche que no veas, menudo es él para su “estilo propio”,
a mí también me sentó muy mal cuando una señora me dijo que vaya ojos que tenía
mi hijo, vamos pa darla con la mano abierta, a la bruja de las narices.
Pero voy a tener que acostumbrarme, precisamente el otro día
Pedro se encontró con un amigo y esta fue la conversación y como yo la
interpreté:
¡Qué pasa tronnnnn! ¿dónde has pillao a ésta en la casa de
los jubilatas? Je,je.
(Hola amigo, ¡vaya chavala que te has echado!)
¡Qué va, colega es mi tronca, un poco antigua pero mola y me
lo paga todo!
(¡Noooo! Es mi princesa y me gusta muchísimo porque es
cariñosa y sobre todo generosa).
¡Joer chaval, pero si puede ser tu vieja, con los pivones
que te has trajinao!
(Se la ve madura, mejor que las niñatas con las que has
estado).
¡Tío a ti te lo cuento pero no te vayas de la boca con el
Suso y el Lolo, pa ellos esta es mi tía!
(Aún lo llevamos en secreto no se lo cuentes a Suso y a
Lolo, que se la van a querer ligar).
¡Vaaa tío, tú mismo, disfruta con la reliquia, chao chaval!
(Qué suerte tío, disfruta con tu tesoro, adiós)
Lo curioso es que a mí ni me dio dos besos, ni la mano ni
na, ni siquiera se acercó a saludarme, supongo que le daba vergüenza al chico
ante una mujer hecha y derecha y también un poco de envidia, Pedro es muy
afortunado de estar conmigo ¿no crees Javi?
Continuará…….
jueves, 19 de febrero de 2015
Capítulo 50 - Encontré el amor?
Aquel hombre
estaba inerte en aquella cueva, cuando su intercomunicador comenzó a crepitar.
Una voz que
salía de aquel aparato dijo: “John, debes desistir de tu intento”.
El hombre, incorporándose sobre si mismo, cogió el aparato y pulsó el botón que le
daba la oportunidad de poder comunicarse con la persona que se encontraba al
otro lado de las ondas.
“General
Truman”, dijo, “No siento las piernas. No dejo de pensar en aquellos muchachos
volando por los aires. Y ahora esto”.
“John, la
guerra ha terminado y debes irte a casa”.
“No puedo
General Truman, no puedo”.
Eva y yo nos
miramos de manera cómplice, pues sabíamos que después de aquella conversación,
vendría la acción.
Pulsamos la
pausa del Blu Ray y nos dirigimos hacia la cocina para preparar más palomitas.
A Eva y a mi
nos gustan las películas antiguas y “Acorralado” o Rambo como todo el mundo
conoce esa película, nos gusta especialmente.
Ese fin de
semana hacía frío y llovía constantemente, así que, qué mejor manera de pasar ese
sábado viendo películas, comiendo palomitas y en compañía de aquella preciosa
mujer.
El maíz se
convertía lentamente en palomitas y nosotros mientras tanto, esperábamos
abrazados que el microondas terminase de convertir todos aquellos granos, en el
manjar sin el cual el cine pierde su sentido.
CLINK!!!!,
sonó el aparato, anunciando que ya podíamos retirar de su interior el
envoltorio que ocultaba nuestro esperado manjar.
“Sabes una
cosa Eva?”, dije yo, “En las cosas más sencillas, se encuentran los mayores
placeres de la vida”.
“Es verdad
Javi, estoy totalmente de acuerdo contigo”.
Nos
dirigimos nuevamente al salón de la casa, donde nos esperaba John Rambo en la
imagen congelada del Blu Ray.
La verdad es
que así parado, no parecía tan agresivo…jejejeje.
Eva se sentó
en el sofá y no pudiendo reprimir mis instintos, le dí un beso en los labios.
Ella me
sonrió y me devolvió el beso mientras me abrazaba, como si pensase que me fuera a escapar.
No Eva,
desde luego que no me voy a escapar.
La tarde transcurrió
entre películas, palomitas, besos y sonrisas cómplices.
Si yo
hubiese tenido que definir el amor, creo que hubiese dicho, que aquella tarde
era el amor perfecto, pues estar con Eva me transportaba a esa paz que yo
siempre había querido, a ese equilibrio perfecto tan difícil de conseguir.
Rambo
terminó por acribillar a toda población de aquella pequeña ciudad y decidimos
que el arte de la guerra debía dejar paso a algo más humano, más cercano y más
real, así que decidimos poner Love Story, esa película que describe a una pareja que se ama profundamente, pero que termina de manera trágica.
Mientras
veíamos esta película, Eva tuvo siempre los ojos aguachinados, mientras yo, y no queriendo parecer un blandengue, reprimía
mis lágrimas diciendo a Eva a cada momento, lo guapa que estaba con aquella
carita de pena.
Aquel fin de
semana fue perfecto, simple y llanamente perfecto y aunque me había costado
llegar hasta él, ciertamente había merecido la pena.
viernes, 13 de febrero de 2015
Capítulo 49 - Tarde en "El Retiro..."
Hola Javi, ¿sabes? Alberto
me dio otra oportunidad y el domingo fuimos al Retiro. Hacía un sol espléndido
y nos dimos un buen paseo por el parque.
Fue estupendamente
asqueroso sentir como todos los pájaros se cagaban en mi cabeza y en mi abrigo,
no debía haber otra en el parque o quizás era la venganza de Alberto que les
había domesticado para desalojar en mí,
por el episodio del centro de salud, ¡mal empezamos! Pensé. Pero Alberto
sonría diciendo: “Mujer, esto es la naturaleza, no pasa nada, en tu pueblo ya
te habrá pasado”
“En mi pueblo a estos
bichos se les apunta con una escopeta y
ya se les quita las ganas de evacuar donde no deben” contesté.
A mi querido pretendiente
no se le ocurrió otra idea que la de que fuéramos al estanque a remar, la tarde
prometía y lo supe desde que a duras penas acepté su propuesta.
Pues lo dicho, Alberto sacó
el ticket y en un pis pas ya estábamos delante de nuestro “yate a remos”,
primera prueba de fuego, subir al bote sin morir en el intento. Primero pasó
Alberto, ligero como una pluma, como si nada, a partir de ahí comenzó el
espectáculo, Alberto me tendió la mano y yo le agarré con fuerza, mi movimiento
para subir a la barca fue como bailar el rock & roll, con pierna para atrás
y costalada incluída, mientras la muñeca de Alberto se retorcía en su intento
de sujetarme. Al final, ante los aplausos de los ocupantes de las barcas
vecinas, conseguí mantenerme sentada, aunque no quieta. Alberto me miraba
enfurecido mientras intentaba colocar otra vez las muñecas de sus manos que se le habían dado la vuelta, en la posición original, avisándome de que le sería imposible
remar, por el estado en que habían quedado.
Yo parecía que tenía el
baile de Sanvito de un lado para otro, sujetándome a los lados de la barca,
mientras oía una voz que me susurraba lo que no quería escuchar “Cata, coge los
remos y tira, que se nos pasa la hora”.
Estuve a punto de salir
corriendo y acabar de una vez por todas con esa engorrosa situación, pero no
podía dejar ahí solo a mi Alberto ¡mentira, lo que no podía era salir de aquel
bote maldito sin romperme la crisma!
En fin, que tuve que coger
los remos, ante la mirada de estupor de mi chico, con gran decisión sujeté uno
en cada mano y los metí con fuerza en el agua a ambos lados de la barca sin
darme cuenta de que no había profundidad con lo que mi pose quedó tipo sujeción
muletas y los remos clavados en el suelo, al intentar sacarlos, para más
emoción, había hecho pesca submarina involuntariamente ya que la pala del remo
salió con una trucha o yo que sé qué bicho atravesado.
Alberto se levantó, me
quitó los remos, se sentó con decisión y empezó a remar suavemente como si lo hubiera hecho toda la vida, todo
habría sido muy romántico si no hubiera hecho tan desafortunado comentario:
“Cata en tu pueblo ¿no llevabais las cosas en balsas a falta de coches?ah
perdón que no es un poblado de indígeneas ,ja,ja,ja”
“No Alberto, no lo es,
nosotros tenemos coches y de todo, ¿me dejas probar con los remos?” Se los
arranqué de las manos y en ese mismo momento aprendí a remar con tal rapidez y
tal destreza que empezamos a dar giros y trompos acuáticos como si lleváramos
una lancha motora, hacíamos olas y estela,
hasta el pez que llevaba en la pala tenía cara de espanto y eso que
estaba hecho un fiambre, Alberto agarrado con gran fuerza a los lados de la
barca me gritaba que parara, que se estaba mareando pero yo me creía la reina
del estanque y me puse tan subidita que me propasé con la velocidad de remada hasta
tal punto que con el impulso fuimos a parar directos contra un árbol de la
orilla. Alberto acabo con las hojas del árbol en la cabeza, tipo peluca de
muñeca chochona y yo metida entre unas ramas con el pez muerto que llevaba en
la pala del remo, de sombrero.
jueves, 12 de febrero de 2015
Capítulo 48 - Y ahora qué?
Y a partir de ahora, qué?.
El día que
salí del frenopático, Eva estaba esperándome en la puerta.
“Hola Javi”
“Hola Eva”.
“Qué tal
estás?”.
“Pues muy
bien la verdad”.
“Siento todo
aquello que pasó, yo nunca imaginé que la cosa acabaría de aquella manera”.
“Bueno, no
te preocupes”, le dije, “todo aquello está olvidado”, mientras mi ojo derecho
no dejaba de parpadear.
Comenzamos a
caminar hacia la parada de autobuses y Eva me cogió de la mano.
Aquello me
gustó, si, me gustó, pues el tacto de su mano cogiendo la mía, hizo que hasta el
tic de mi ojo se detuviera.
Esperamos la
llegada del autobús número 5, que era el que llevaba hasta el centro de la
ciudad y mientras tanto, Eva me hablaba con su dulce voz y su eterna sonrisa,
de todo lo que le había acontecido, durante aquel tiempo en el que yo estuve
curándome.
El autobús
llegó y subimos a él. Nos sentamos en la última fila.
Los ojos de
Eva brillaban y su boca hilvanaba palabras y frases, siempre amables,
divertidas y agradables hacia mi persona.
Me contaba
cosas que había hecho, de lugares en los que había estado y personas con las
que había hablado.
Eva era
posiblemente, la mujer más maravillosa que yo había conocido jamás.
Yo casi no
hablaba, prefería que lo hiciese ella.
Eva hablaba
y reía con tanta dulzura, que yo casi ni escuchaba lo que decía, solo me
quedaba con la hermosura de sus ojos, la frescura de sus labios y la calidez de
su cara.
El trayecto
fue muy agradable.
La gente
subía y bajaba del aquel autobús en cada parada y nosotros, seguíamos sentados
en nuestros asientos, como si estuviésemos en el salón de casa, conversando de
nuestras cosas y sin que el resto del mundo interfiriese ni en nosotros, ni en
nuestra conversación.
No había
sonido exterior y si existía, yo, no lo oía.
Aquella era
esa situación, en la que nada existe, en el que uno está como en una burbuja, y
ni sonidos, ni conversaciones ajenas, son capaces de penetrar en ese momento
tan especial.
Mis oídos no
oían nada más, que la voz de Eva.
Solo cuando
estás con una persona realmente increíble, pasan esas cosas o se tienen esas
sensaciones.
Hasta el
paisaje parecía bonito y eso que al principio del trayecto, el vehículo
atravesó un polígono industrial.
Eva es una
mujer preciosa, de piel blanca pero no en exceso, con el pelo negro y liso y media melena, que deja entrever su fino
cuello.
Sonríe
siempre con dulzura, y habla de manera cadenciosa, como saboreando cada palabra
que sale de sus labios color rojo fuego.
Su cara
tiene algunas pequitas, que hacen que siempre parezca alegre, y te hace sentir
que la vida puede ser agradable, muy agradable.
Estar con
Eva es como estar siempre en un estado de felicidad absoluta. Estando con Eva
los problemas no existen y el tiempo no es algo absoluto, si no relativo.
Me gusta Eva
y me alegra que haya venido a buscarme.
No puedo
imaginar mejor compañía que la de Eva, para salir de un frenopático, o para
vivir el resto de mi vida.
Quiero que
este autobús jamás llegue a su destino, quiero que Eva me siga hablando de sus
cosas.
viernes, 6 de febrero de 2015
Capítulo 47 - No debí acompañarle....
Hola
Javi, Alberto sí me volvió a llamar y parece que la cosa de momento funcionaba,
me refiero a la relación, je,je, o por lo menos hasta ayer, que le acompañé al
centro de salud, te cuento:
Resulta
que Alberto llevaba unos días con molestias en su culete y aunque era reacio,
con la escusa de que yo le acompañaría, le convencí para que fuera al médico a
que le echaran un vistazo.
Llegamos
allí sobre las 7 de la tarde, aunque teníamos cita a las 7,20 pero Alberto es
muy puntual, así que tuvimos ahí un ratillo en el que nos dio tiempo a
tragarnos todos los virus que pululaban por la sala, el historial de
enfermedades de la señora mayor de al lado, los pisotones con la escayola del
chavalín del otro lado y hasta él vómito de un bebé al que me acerqué a ver,
porque era una monada de criatura. Alberto no hacía más que decirme “Tú quédate
quietecita, no te muevas y casi ni respires, que el ambiente está muy cargado,
no vayamos a llevarnos lo que no tenemos”
Con
un poco de retraso nos llamaron y Alberto me pidió que le acompañara también
dentro de la consulta.
El
médico nos preguntó y Alberto le explicó resumidamente su dolencia:
“Doctor,
últimamente tengo pinchazos como por dentro del ano, es como si tuviera algo
ahí que no he expulsado, ¿podría ser una piedra un trozo de excremento, un
quiste?
A
mí ya se me estaba poniendo mal cuerpo con la explicación de mi chico, digo yo,
que con que hubiera dicho lo que le dolía bastaba ¿no? Porque casi que estaba dando
el diagnóstico….
El
médico le invitó a tumbarse boca abajo en la camilla y Alberto me dijo que me
pusiera a su lado y le cogiera de la mano.
“Señor,
por favor, que no le vamos a operar ni nada parecido, no exagere y señorita
póngase Vd. a un lado para que yo pueda hacer el tacto rectal” Dijo el Doctor.
¿Tacto
rectal? Pensé yo,¡ pero ezo que e lo que e!
El
Dr. House, que es así como yo le apodé, procedió a ponerse unos guantes de
plástico y a introducir su mano toda recta por el orificio del culete de mi
chico, ahí es cuando entendí lo del tacto rectal. Mi pobre Alberto contestó con
un “¡Ayyyyyy!” Mientras que el Doctor decía “¿ahíiiii le duele?” pero Alberto
solo decía “Ayyyyyy, siiiii” yo no sé por qué pero me dio el yuyu de que el
médico se estaba propasando y que a mi
chico le estaba gustando y había oído historias de abusos a pacientes en
centros médicos, así que me levante y le pegué tal empujón al doctor que el
hombre sacó la mano de golpe, al tiempo que mi chico apretó el culete, con lo
que el guante se quedó pillado dentro.
“¡pero
qué hace, por Dios!” dijo el médico, “¡qué ha pasado, por qué ha sacado la
mano! Gritó Alberto.
Yo
estaba de los nervios y contesté: ¡Ya está bien, pedazo de salido, tanto
profundizar con la manita en el culo de mi chico, pero esto que es!
y tú, golfete, qué te pasa ¿Qué te mola?
¿Ahora te has pasado a la carne?
Sé
que me pasé un poco, pero aquello no me estaba gustando nada Javi, de verdad
que detectaba feeling entre los dos y me estaban poniendo de los nervios.
El
médico llamó a la enfermera y al de seguridad, los cuales nos invitaron a salir
de allí inmediatamente amenazándonos con llamar a la policía si no lo hacíamos.
Alberto
con el guante todavía metido y todo se puso su pantalón a toda leche y salimos
despendolados de la consulta. La gente nos miraba supongo que por los gritos o
más bien por la manera de andar de mi chico, un poco particular…
Cuando
salimos del centro de salud, intenté disculparme, pero Alberto dio media vuelta
y se marchó dejándome desconsolada en medio de la calle.
Javi,
creo que le he perdido…
jueves, 5 de febrero de 2015
Capítulo 46 - La primera clase de Pádel..o el fin del mundo
Hola
Cata, por fin llegó el día de mi estreno, el sábado comenzamos nuestras clases
de pádel Eva y yo con su amigo, el monitor endemoniado….., pero no sé si
volveré, he tardado una semana en escribirte porque me duelen hasta los pelos
de las piernas, te cuento:
La
clase comenzaba a las 10 de la mañana, pero yo aparecí por el Club de pádel
media hora antes, por aquello de echar un vistazo al panorama y familiarizarme
con las instalaciones. Una vez eché un vistazo a las pistas, no sin antes
tropezarme con el contenedor de basura, una pelota de pádel descarriada y una
botella de agua que algún descuidado había dejado tirada y que a mí me hizo
patinar, conseguí llegar al bar sano y salvo, para poderme tomar un café. Sólo
había un hombre de mediana edad con un periódico, el periódico no es que
estuviera en la barra tomando un café, sino que lo llevaba la persona en la
mano, je,je, es por si da lugar a confusión.
Bueno,
lo dicho, me acerqué a la barra: “Buenos días, un café con leche por favor”
El
hombre con el periódico no contestó, ni siquiera levantó la vista.
“Disculpe,
buenos días, me podría poner un café?
Nada,
ni inmutarse.
“Perdone
que interrumpa su interesante lectura de las noticias, los anuncios o lo que
esté Vd. ojeando, pero necesitaría tomarme un café y tengo clase de pádel en 15
minutos”.
El
hombre por fin se dio por aludido y esta fue la conversación: “Clase de padel
¿eh? Je,je ¿y quién es su monitor? No será un tal Javi”
“Si,
en efecto, eso me ha dicho Eva, se llama Javi, ¿le conoce?, no se habrá
marchado porque Vd. no le ha puesto tampoco el café, como a mí, je,je”
“No
se ha marchado porque le tiene Vd. delante, listillo, ¿o es que tengo cara de
camarero?”
Glupp,
por fin entendí por qué el maniaco de las noticias no me ponía el café, pero
tampoco entendí su respuesta, pues creo que la gente en general no tiene o sí
cara de camarero.
“Pues
disculpe, es que como no hay nadie más, pues pensé que…”
“Ahhh,
y si hubiera habido solo un perro ¿Vd. le habría pedido un café? Mal empezamos,
cómo sea Vd. igual para el pádel….”
“je,je,je,
bueno, evidentemente los animales no son personas ni sirven cafés en ningún
sitio, no es lo mismo”
“Pues
los monitores de pádel tampoco, sólo servimos bolas, ¿está claro? Y dicho esto,
encantado y no me llames de Vd., soy Javi súper pádel el amigo de Eva, por
cierto, te hacía más guapete y aparente, con lo buena que está Eva”
Todo
este comentario desagradable e insulso, propio de un patoso sin solución fue
acompañado de varias palmaditas en la espalda que me retumbaron no te digo
cómo…
Por
fin, llegó Eva, tan mona, con su sonrisa, su faldita blanca que la quedaba a la
perfección en aquel cuerpo de infarto.
“Buenos
días, chicos, ya veo que os habéis presentado en mi ausencia, qué bien,
entonces ya podemos ir a pistas ¿no?”
Los
dos contestamos a la vez, babosos y
embobados por el encanto de aquella divina criatura: “Siiii, cuando
quieras!!!!”
“Ja,ja,ja,
¡qué graciosos, los dos a la vez, me parto!”
Llegamos
a la pista, hacía un día estupendo, cielo azul y un sol espléndido, todo
acompañaba, excepto Javi, el monitor, a mí ya se me había atravesado este
individuo, pero decidí ser amable e intentar aprender, por agradar a Eva, la
divina criatura.
“Bueno,
Javichi ¿has cogido alguna vez una pala?!
¿Javichi?
¡pero éste de qué va!!!!
“Pues
bueno, yo he jugado al tenis, hace unos años, no sé si eso valdrá de ayuda”
“Bien,
entonces podemos saltarnos lo básico y pasar directamente de nivel, a ver
cuántas bolas me pillas, Eva, salte un momento de la pista, no vaya a ser que
dañemos tu preciosa cara o tu divino cuerpo”
Yo
a este le mato, ¿será……?
El
caso es que el as del pádel, o más bien diría yo, el “as quejoso”, empezó a
tirarme bolas a mansalva, de un lado para otro, durante al menos 5 minutos,
cada vez más deprisa y yo por lucirme
delante de Eva, corría desesperadamente para pillarlas todas, dándome contra
paredes, red y desollándome los tobillos con las bolas que quedaban por el
suelo. El bicho sólo paró de tirar bolas, cuando se acabó el carro y para
entonces yo sólo quería morirme o que alguien llamara al 112.
El
resto de la hora, tuve que quedarme sentado en un banco, mientras que veía como
el “as queroso” mostraba a mi Eva las tácticas más útiles para hacer buenos
puntos, para lo cual la ayudaba a girar la cadera, la tocaba la cara y la cogía
la mano continuamente, como si la chica no supiera mover sola sus
articulaciones.
Pero no me podía rendir y decidí retar a aquel
“listillo”.
“Bueno Javi”, le dije, “Creo que ya he descansado lo
suficiente y que podemos echar un partidillo, para ver si lo que me has
enseñado, me ha servido de algo”.
El profesor me miró con cara de incredulidad y dijo:
“Eso está hecho”.
Me situé en el fondo de la pista, para esperar el
saque de aquel individuo.
Él lanzó la pelota con todas sus ganas y yo se la
devolví con rabia.
Subí un poco hacia la red, para devolver de nuevo la
pelota.
Él hizo lo mismo, la devolvió y subió hacia la red.
Yo con fuerza desmedida le devolví la pelota y subí
un poco más hacía la red.
Él hizo lo mismo.
La pelota seguía en juego y de un lado hacia otro.
Devolví y subí.
Él devolvió y subió.
Llegó un momento, en el que ambos estábamos pegados a
la red, devolviendo la pelota al otro con el brazo estirado y mirando hacia el
cielo. Eso parecía un video-juego de ping pong de la play 4. Tan cerca
estábamos el uno del otro, que sin mover el brazo, la pelota rebotaba en la
raqueta del otro sin apenas moverla.
La tensión era palpable, y nuestras miradas se
entrecruzaban con rabia y odio……………..no había más de 15 centímetros entre su
raqueta y la mía y la pelota iba cada vez a mayor velocidad………………..
Ya no era necesario imprimir fuerza al golpe, pues la
cercana distancia entre nuestras raquetas, hacía que la pelota rebotara de una
raqueta a otra sin apenas esfuerzo.
Mis ojos, rojos de la ira, emparentaban con los ojos
reventados en sangre de aquel profesor, que viendo el infinito de aquella
jugada, solo pudo hacer una cosa………… meterme un dedo en el ojo…………
Me dio igual, yo seguía impertérrito sujetando mi
raqueta y devolviendo aquella pelota.
El dolor no existía, mi brazo derecho seguía en su
misma posición, mientras que mi mano izquierda le soltó un bofetón en plena
cara.
No se rindió, quedó iniesto como un palo y por debajo
de la red, me soltó una coz.
Seguíamos devolviendo la pelota con nuestras
raquetas, mientras el resto de nuestros miembros sacudía al contrario……………
Se hizo de noche y la situación era la misma.
Brazo derecho en alto, pelota rebotando de una
raqueta a otra y golpes y más golpes al
contrario.
Eva que miraba la escena, y que no podía creer
aquello, se sentó en un banco para echarse colirio en los ojos. Es que los
tenía secos de no parpadear durante horas.
Bueno también se echó crema corporal, se cambió de
traje después de ducharse, habló por wassap, escribió un libro sobre su vida y
se casó dos veces.
Todo terminó de manera sencilla.
La pelota no aguantó más y deshilachada se desinfló y
cayó al suelo.
Pero eso no importaba, nuestras raquetas seguían
ergidas al aire y nuestras miradas fijas en el contrario. Llenas de odio, de
ira y de desprecio.
Un mes después los del SAMUR nos llevaron al
hospital……………
Nos dieron camas contiguas y nuestras miradas
siguieron clavadas en el otro……………..
Me abalancé sobre él para quitarle el gotero y el
aprovechó para clavarme un aguja en el pecho.
Le tiré de la cama y él me sacudió con una palangana.
Le dí con la bandeja de las comidas y el me tiró a
Loli, que era una enfermera pequeña de
estatura que estaba de guardia.
Me zafé de Loli empujándola hacia arriba, y me dirigí
hacía el carrito que traía, lleno de agujas y de aparatos de medición…..cogí
uno (era lo de medir la tensión) y se lo puse al profesor de pádel en el
cuello, mientras le daba al ON.
Mientras al profesor de pádel se le hinchaba la
cabeza por la presión, me inyectó un paracetamol y tres Ibuprofenos.
Los gritos del resto de pacientes de Urgencias hizo
llegar a todo el personal hospitalario, que viendo aquella dantesca situación,
no tuvo más remedio que sedarnos………… a base de puñetazos…………..
Tres meses después……………..aún sigo en el psiquiátrico,
esperando algún día poder encontrarme con aquel profesor de pádel.
JAJAJAJAJAJAJA.
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