jueves, 5 de febrero de 2015

Capítulo 46 - La primera clase de Pádel..o el fin del mundo

Hola Cata, por fin llegó el día de mi estreno, el sábado comenzamos nuestras clases de pádel Eva y yo con su amigo, el monitor endemoniado….., pero no sé si volveré, he tardado una semana en escribirte porque me duelen hasta los pelos de las piernas, te cuento:

La clase comenzaba a las 10 de la mañana, pero yo aparecí por el Club de pádel media hora antes, por aquello de echar un vistazo al panorama y familiarizarme con las instalaciones. Una vez eché un vistazo a las pistas, no sin antes tropezarme con el contenedor de basura, una pelota de pádel descarriada y una botella de agua que algún descuidado había dejado tirada y que a mí me hizo patinar, conseguí llegar al bar sano y salvo, para poderme tomar un café. Sólo había un hombre de mediana edad con un periódico, el periódico no es que estuviera en la barra tomando un café, sino que lo llevaba la persona en la mano, je,je, es por si da lugar a confusión.

Bueno, lo dicho, me acerqué a la barra: “Buenos días, un café con leche por favor”

El hombre con el periódico no contestó, ni siquiera levantó la vista.

“Disculpe, buenos días, me podría poner un café?

Nada, ni inmutarse.

“Perdone que interrumpa su interesante lectura de las noticias, los anuncios o lo que esté Vd. ojeando, pero necesitaría tomarme un café y tengo clase de pádel en 15 minutos”.

El hombre por fin se dio por aludido y esta fue la conversación: “Clase de padel ¿eh? Je,je ¿y quién es su monitor? No será un tal Javi”

“Si, en efecto, eso me ha dicho Eva, se llama Javi, ¿le conoce?, no se habrá marchado porque Vd. no le ha puesto tampoco el café, como a mí, je,je”

“No se ha marchado porque le tiene Vd. delante, listillo, ¿o es que tengo cara de camarero?”

Glupp, por fin entendí por qué el maniaco de las noticias no me ponía el café, pero tampoco entendí su respuesta, pues creo que la gente en general no tiene o sí cara de camarero.

“Pues disculpe, es que como no hay nadie más, pues pensé que…”

“Ahhh, y si hubiera habido solo un perro ¿Vd. le habría pedido un café? Mal empezamos, cómo sea Vd. igual para el pádel….”

“je,je,je, bueno, evidentemente los animales no son personas ni sirven cafés en ningún sitio, no es lo mismo”

“Pues los monitores de pádel tampoco, sólo servimos bolas, ¿está claro? Y dicho esto, encantado y no me llames de Vd., soy Javi súper pádel el amigo de Eva, por cierto, te hacía más guapete y aparente, con lo buena que está Eva”

Todo este comentario desagradable e insulso, propio de un patoso sin solución fue acompañado de varias palmaditas en la espalda que me retumbaron no te digo cómo…

Por fin, llegó Eva, tan mona, con su sonrisa, su faldita blanca que la quedaba a la perfección en aquel cuerpo de infarto.

“Buenos días, chicos, ya veo que os habéis presentado en mi ausencia, qué bien, entonces ya podemos ir a pistas ¿no?”

Los dos contestamos a la vez,  babosos y embobados por el encanto de aquella divina criatura: “Siiii, cuando quieras!!!!”

“Ja,ja,ja, ¡qué graciosos, los dos a la vez, me parto!”

Llegamos a la pista, hacía un día estupendo, cielo azul y un sol espléndido, todo acompañaba, excepto Javi, el monitor, a mí ya se me había atravesado este individuo, pero decidí ser amable e intentar aprender, por agradar a Eva, la divina criatura.

“Bueno, Javichi ¿has cogido alguna vez una pala?!

¿Javichi? ¡pero éste de qué va!!!!

“Pues bueno, yo he jugado al tenis, hace unos años, no sé si eso valdrá de ayuda”

“Bien, entonces podemos saltarnos lo básico y pasar directamente de nivel, a ver cuántas bolas me pillas, Eva, salte un momento de la pista, no vaya a ser que dañemos tu preciosa cara o tu divino cuerpo”

Yo a este le mato, ¿será……?

El caso es que el as del pádel, o más bien diría yo, el “as quejoso”, empezó a tirarme bolas a mansalva, de un lado para otro, durante al menos 5 minutos, cada vez más deprisa y  yo por lucirme delante de Eva, corría desesperadamente para pillarlas todas, dándome contra paredes, red y desollándome los tobillos con las bolas que quedaban por el suelo. El bicho sólo paró de tirar bolas, cuando se acabó el carro y para entonces yo sólo quería morirme o que alguien llamara al 112.
El resto de la hora, tuve que quedarme sentado en un banco, mientras que veía como el “as queroso” mostraba a mi Eva las tácticas más útiles para hacer buenos puntos, para lo cual la ayudaba a girar la cadera, la tocaba la cara y la cogía la mano continuamente, como si la chica no supiera mover sola sus articulaciones.

Pero no me podía rendir y decidí retar a aquel “listillo”.

“Bueno Javi”, le dije, “Creo que ya he descansado lo suficiente y que podemos echar un partidillo, para ver si lo que me has enseñado, me ha servido de algo”.

El profesor me miró con cara de incredulidad y dijo: “Eso está hecho”.

Me situé en el fondo de la pista, para esperar el saque de aquel individuo.

Él lanzó la pelota con todas sus ganas y yo se la devolví con rabia.

Subí un poco hacia la red, para devolver de nuevo la pelota.

Él hizo lo mismo, la devolvió y subió hacia la red.

Yo con fuerza desmedida le devolví la pelota y subí un poco más hacía la red.

Él hizo lo mismo.

La pelota seguía en juego y de un lado hacia otro.

Devolví y subí.

Él devolvió y subió.

Llegó un momento, en el que ambos estábamos pegados a la red, devolviendo la pelota al otro con el brazo estirado y mirando hacia el cielo. Eso parecía un video-juego de ping pong de la play 4. Tan cerca estábamos el uno del otro, que sin mover el brazo, la pelota rebotaba en la raqueta del otro sin apenas moverla.

La tensión era palpable, y nuestras miradas se entrecruzaban con rabia y odio……………..no había más de 15 centímetros entre su raqueta y la mía y la pelota iba cada vez a mayor velocidad………………..

Ya no era necesario imprimir fuerza al golpe, pues la cercana distancia entre nuestras raquetas, hacía que la pelota rebotara de una raqueta a otra sin apenas esfuerzo.

Mis ojos, rojos de la ira, emparentaban con los ojos reventados en sangre de aquel profesor, que viendo el infinito de aquella jugada, solo pudo hacer una cosa………… meterme un dedo en el ojo…………

Me dio igual, yo seguía impertérrito sujetando mi raqueta y devolviendo aquella pelota.

El dolor no existía, mi brazo derecho seguía en su misma posición, mientras que mi mano izquierda le soltó un bofetón en plena cara.

No se rindió, quedó iniesto como un palo y por debajo de la red, me soltó una coz.

Seguíamos devolviendo la pelota con nuestras raquetas, mientras el resto de nuestros miembros sacudía al contrario……………

Se hizo de noche y la situación era la misma.

Brazo derecho en alto, pelota rebotando de una raqueta a otra y  golpes y más golpes al contrario.

Eva que miraba la escena, y que no podía creer aquello, se sentó en un banco para echarse colirio en los ojos. Es que los tenía secos de no parpadear durante horas.

Bueno también se echó crema corporal, se cambió de traje después de ducharse, habló por wassap, escribió un libro sobre su vida y se casó dos veces.

Todo terminó de manera sencilla.

La pelota no aguantó más y deshilachada se desinfló y cayó al suelo.

Pero eso no importaba, nuestras raquetas seguían ergidas al aire y nuestras miradas fijas en el contrario. Llenas de odio, de ira y de desprecio.

Un mes después los del SAMUR nos llevaron al hospital……………

Nos dieron camas contiguas y nuestras miradas siguieron clavadas en el otro……………..

Me abalancé sobre él para quitarle el gotero y el aprovechó para clavarme un aguja en el pecho.

Le tiré de la cama y él me sacudió con una palangana.

Le dí con la bandeja de las comidas y el me tiró a Loli, que era una enfermera pequeña  de estatura que estaba de guardia.

Me zafé de Loli empujándola hacia arriba, y me dirigí hacía el carrito que traía, lleno de agujas y de aparatos de medición…..cogí uno (era lo de medir la tensión) y se lo puse al profesor de pádel en el cuello, mientras le daba al ON.

Mientras al profesor de pádel se le hinchaba la cabeza por la presión, me inyectó un paracetamol y tres Ibuprofenos.

Los gritos del resto de pacientes de Urgencias hizo llegar a todo el personal hospitalario, que viendo aquella dantesca situación, no tuvo más remedio que sedarnos………… a base de puñetazos…………..

Tres meses después……………..aún sigo en el psiquiátrico, esperando algún día poder encontrarme con aquel profesor de pádel.

JAJAJAJAJAJAJA.

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