Hola
Cata, por fin llegó el día de mi estreno, el sábado comenzamos nuestras clases
de pádel Eva y yo con su amigo, el monitor endemoniado….., pero no sé si
volveré, he tardado una semana en escribirte porque me duelen hasta los pelos
de las piernas, te cuento:
La
clase comenzaba a las 10 de la mañana, pero yo aparecí por el Club de pádel
media hora antes, por aquello de echar un vistazo al panorama y familiarizarme
con las instalaciones. Una vez eché un vistazo a las pistas, no sin antes
tropezarme con el contenedor de basura, una pelota de pádel descarriada y una
botella de agua que algún descuidado había dejado tirada y que a mí me hizo
patinar, conseguí llegar al bar sano y salvo, para poderme tomar un café. Sólo
había un hombre de mediana edad con un periódico, el periódico no es que
estuviera en la barra tomando un café, sino que lo llevaba la persona en la
mano, je,je, es por si da lugar a confusión.
Bueno,
lo dicho, me acerqué a la barra: “Buenos días, un café con leche por favor”
El
hombre con el periódico no contestó, ni siquiera levantó la vista.
“Disculpe,
buenos días, me podría poner un café?
Nada,
ni inmutarse.
“Perdone
que interrumpa su interesante lectura de las noticias, los anuncios o lo que
esté Vd. ojeando, pero necesitaría tomarme un café y tengo clase de pádel en 15
minutos”.
El
hombre por fin se dio por aludido y esta fue la conversación: “Clase de padel
¿eh? Je,je ¿y quién es su monitor? No será un tal Javi”
“Si,
en efecto, eso me ha dicho Eva, se llama Javi, ¿le conoce?, no se habrá
marchado porque Vd. no le ha puesto tampoco el café, como a mí, je,je”
“No
se ha marchado porque le tiene Vd. delante, listillo, ¿o es que tengo cara de
camarero?”
Glupp,
por fin entendí por qué el maniaco de las noticias no me ponía el café, pero
tampoco entendí su respuesta, pues creo que la gente en general no tiene o sí
cara de camarero.
“Pues
disculpe, es que como no hay nadie más, pues pensé que…”
“Ahhh,
y si hubiera habido solo un perro ¿Vd. le habría pedido un café? Mal empezamos,
cómo sea Vd. igual para el pádel….”
“je,je,je,
bueno, evidentemente los animales no son personas ni sirven cafés en ningún
sitio, no es lo mismo”
“Pues
los monitores de pádel tampoco, sólo servimos bolas, ¿está claro? Y dicho esto,
encantado y no me llames de Vd., soy Javi súper pádel el amigo de Eva, por
cierto, te hacía más guapete y aparente, con lo buena que está Eva”
Todo
este comentario desagradable e insulso, propio de un patoso sin solución fue
acompañado de varias palmaditas en la espalda que me retumbaron no te digo
cómo…
Por
fin, llegó Eva, tan mona, con su sonrisa, su faldita blanca que la quedaba a la
perfección en aquel cuerpo de infarto.
“Buenos
días, chicos, ya veo que os habéis presentado en mi ausencia, qué bien,
entonces ya podemos ir a pistas ¿no?”
Los
dos contestamos a la vez, babosos y
embobados por el encanto de aquella divina criatura: “Siiii, cuando
quieras!!!!”
“Ja,ja,ja,
¡qué graciosos, los dos a la vez, me parto!”
Llegamos
a la pista, hacía un día estupendo, cielo azul y un sol espléndido, todo
acompañaba, excepto Javi, el monitor, a mí ya se me había atravesado este
individuo, pero decidí ser amable e intentar aprender, por agradar a Eva, la
divina criatura.
“Bueno,
Javichi ¿has cogido alguna vez una pala?!
¿Javichi?
¡pero éste de qué va!!!!
“Pues
bueno, yo he jugado al tenis, hace unos años, no sé si eso valdrá de ayuda”
“Bien,
entonces podemos saltarnos lo básico y pasar directamente de nivel, a ver
cuántas bolas me pillas, Eva, salte un momento de la pista, no vaya a ser que
dañemos tu preciosa cara o tu divino cuerpo”
Yo
a este le mato, ¿será……?
El
caso es que el as del pádel, o más bien diría yo, el “as quejoso”, empezó a
tirarme bolas a mansalva, de un lado para otro, durante al menos 5 minutos,
cada vez más deprisa y yo por lucirme
delante de Eva, corría desesperadamente para pillarlas todas, dándome contra
paredes, red y desollándome los tobillos con las bolas que quedaban por el
suelo. El bicho sólo paró de tirar bolas, cuando se acabó el carro y para
entonces yo sólo quería morirme o que alguien llamara al 112.
El
resto de la hora, tuve que quedarme sentado en un banco, mientras que veía como
el “as queroso” mostraba a mi Eva las tácticas más útiles para hacer buenos
puntos, para lo cual la ayudaba a girar la cadera, la tocaba la cara y la cogía
la mano continuamente, como si la chica no supiera mover sola sus
articulaciones.
Pero no me podía rendir y decidí retar a aquel
“listillo”.
“Bueno Javi”, le dije, “Creo que ya he descansado lo
suficiente y que podemos echar un partidillo, para ver si lo que me has
enseñado, me ha servido de algo”.
El profesor me miró con cara de incredulidad y dijo:
“Eso está hecho”.
Me situé en el fondo de la pista, para esperar el
saque de aquel individuo.
Él lanzó la pelota con todas sus ganas y yo se la
devolví con rabia.
Subí un poco hacia la red, para devolver de nuevo la
pelota.
Él hizo lo mismo, la devolvió y subió hacia la red.
Yo con fuerza desmedida le devolví la pelota y subí
un poco más hacía la red.
Él hizo lo mismo.
La pelota seguía en juego y de un lado hacia otro.
Devolví y subí.
Él devolvió y subió.
Llegó un momento, en el que ambos estábamos pegados a
la red, devolviendo la pelota al otro con el brazo estirado y mirando hacia el
cielo. Eso parecía un video-juego de ping pong de la play 4. Tan cerca
estábamos el uno del otro, que sin mover el brazo, la pelota rebotaba en la
raqueta del otro sin apenas moverla.
La tensión era palpable, y nuestras miradas se
entrecruzaban con rabia y odio……………..no había más de 15 centímetros entre su
raqueta y la mía y la pelota iba cada vez a mayor velocidad………………..
Ya no era necesario imprimir fuerza al golpe, pues la
cercana distancia entre nuestras raquetas, hacía que la pelota rebotara de una
raqueta a otra sin apenas esfuerzo.
Mis ojos, rojos de la ira, emparentaban con los ojos
reventados en sangre de aquel profesor, que viendo el infinito de aquella
jugada, solo pudo hacer una cosa………… meterme un dedo en el ojo…………
Me dio igual, yo seguía impertérrito sujetando mi
raqueta y devolviendo aquella pelota.
El dolor no existía, mi brazo derecho seguía en su
misma posición, mientras que mi mano izquierda le soltó un bofetón en plena
cara.
No se rindió, quedó iniesto como un palo y por debajo
de la red, me soltó una coz.
Seguíamos devolviendo la pelota con nuestras
raquetas, mientras el resto de nuestros miembros sacudía al contrario……………
Se hizo de noche y la situación era la misma.
Brazo derecho en alto, pelota rebotando de una
raqueta a otra y golpes y más golpes al
contrario.
Eva que miraba la escena, y que no podía creer
aquello, se sentó en un banco para echarse colirio en los ojos. Es que los
tenía secos de no parpadear durante horas.
Bueno también se echó crema corporal, se cambió de
traje después de ducharse, habló por wassap, escribió un libro sobre su vida y
se casó dos veces.
Todo terminó de manera sencilla.
La pelota no aguantó más y deshilachada se desinfló y
cayó al suelo.
Pero eso no importaba, nuestras raquetas seguían
ergidas al aire y nuestras miradas fijas en el contrario. Llenas de odio, de
ira y de desprecio.
Un mes después los del SAMUR nos llevaron al
hospital……………
Nos dieron camas contiguas y nuestras miradas
siguieron clavadas en el otro……………..
Me abalancé sobre él para quitarle el gotero y el
aprovechó para clavarme un aguja en el pecho.
Le tiré de la cama y él me sacudió con una palangana.
Le dí con la bandeja de las comidas y el me tiró a
Loli, que era una enfermera pequeña de
estatura que estaba de guardia.
Me zafé de Loli empujándola hacia arriba, y me dirigí
hacía el carrito que traía, lleno de agujas y de aparatos de medición…..cogí
uno (era lo de medir la tensión) y se lo puse al profesor de pádel en el
cuello, mientras le daba al ON.
Mientras al profesor de pádel se le hinchaba la
cabeza por la presión, me inyectó un paracetamol y tres Ibuprofenos.
Los gritos del resto de pacientes de Urgencias hizo
llegar a todo el personal hospitalario, que viendo aquella dantesca situación,
no tuvo más remedio que sedarnos………… a base de puñetazos…………..
Tres meses después……………..aún sigo en el psiquiátrico,
esperando algún día poder encontrarme con aquel profesor de pádel.
JAJAJAJAJAJAJA.
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