Después de mi amarga despedida con Esperanza, me sentí
abatido, pues pensaba que hubiese podido tener una relación duradera con
ella, pero no pudo ser, así que continué con mi rutina habitual.
A los dos días tenía cita con el médico especialista de las
piernas (piérnologo, creo que se llama), y acudí a mi cita para que me diera
los resultados de las pruebas que tres semanas antes me había hecho.
“Buenos días doctor”.
“Buenos días, siéntese, por favor”.
El médico continuó diciendo:
“Hemos detectado un pequeño bulto en su pierna derecha
y……………”
El médico paró de hablar y vino a recogerme del suelo, pues
yo soy un poco hipocondriaco y me desmayé solo con oír la palabra –bulto-.
Una vez recuperado el sentido y curada la herida de la
cabeza (dos puntos), el médico siguió diciendo:
“No se preocupe, es un pequeño cúmulo sebáceo, que
precisamente está provocándole esas molestias. Así que tendremos que internarle
en el hospital durante unos días, para extraérselo mediante cirugía”.
El médico paró de hablar nuevamente y otra vez me recogió
del suelo, eso si, esta vez mi cabeza no dio contra su mesa y no tuvieron que
ponerme puntos, con Mercromina y esparadrapo quedó resuelto.
Una vez yo en la silla (esta vez atado), el médico
continuó:
“Así que le pediré cita para la intervención”.
Me desataron de la silla, y me llevaron en ambulancia hasta
mi casa.
Dos semanas después estaba yo en la cama del hospital,
esperando a que me quitaran el dichoso bultillo y aunque yo estaba muy
nervioso, la verdad es que las enfermeras que me atendieron, me hicieron
olvidar para qué estaba allí.
Había una en concreto (Amanda), que me trataba con especial
cariño y eso no pasó desapercibido para mi.
Amanda era una mujer muy guapa, pelirroja natural y con
unos andares que le hacían a uno perder el sentido.
“Buenos días” dijo Amanda y mirándome a los ojos.
“Buenos días” dije yo.
“¿Qué tal estamos?”
“Muy bien” dije yo.
“Pues vete preparando”.
-Uffff, pensé, preparándome?. Esta mujer quiere guerra
¡!!!.-
“Si” dijo ella con su dulce voz. “Debes prepararte para la
operación de mañana, así que procura descansar esta noche”.
-Joer, pensé que me hablaba de otra cosa.-
“Está bien, descansaré todo lo que pueda, pero de todas
maneras, que más se puede hacer aquí a parte de dormir?, pregunté a Amanda.
“Pues se pueden hacer más cosas de las que tu puedas creer,
pero eso quedará para después de tu intervención” dijo ella.
-Glups, ¿A qué se referirá?, que lo mismo si quiere guerra
¡!!!-
Amanda salió de la habitación, contoneando sus maravillosas
caderas.
Y yo me quedé solo en aquella habitación, con la única
compañía de mi mente, la cual por otro lado, intentaba descubrir lo que Amanda
quería decir con esa frase de: “Se pueden hacer más cosas de las que tu te
crees”.
-A qué se referirá?, pensé.-
-Lo mismo está loca por mi y quién sabe, lo mismo lo hacemos
aquí mismo, sin anestesia ni nada………..jajaja, pero que chispa tengo ¡!!!-
-O tal vez se refería, a que ella puede hacerme un
striptease a lo enfermera de peli de adultos-
-No sé, tal vez desvarío, pero me ha parecido que mientras
decía la frase, me sonreía.-
-Se habrá enamorado de mi?.-
-Lo mismo está casada y lo que quiere es una aventura, pero
claro, a mi esas cosas no me gustan, pero, y cómo le digo que no?, si está más
buena que un pan?-
-Y además, seguro que el marido no la hace ni caso y por
eso no tiene más remedio que buscar a alguien que la haga feliz.-
-Ese tío debe ser imbécil, con lo dulce que es Amanda; seguro
que cuando eran novios le decía que la amaría toda la vida y mira ahora. Pobre
chica de verdad. Que pena me da.-
-En fin……….y además, seguro que su marido se la pega con
otra y ella se ha dado cuenta, pero no quiere dejarle, porque le ama, pero por
otro lado, no puede estar al lado de un hombre que la está tratando de esta
manera. Es que no tiene perdón de dios!!!!!!!.-
-Pero por otro lado, lo mismo es ella quien engaña a
su marido, porque claro, ella tiene aquí muchas oportunidades de conocer a
gente interesante y ese pobre hombre está en su casa sufriendo, mientras
“Amandita”, está aquí pavoneándose con unos y con otros, tal como lo ha hecho
conmigo y después pretenderá que al llegar a casa, su hombre le tenga preparada
la cena y la ropa planchada.-
-Y si
es lesbiana? y estoy yo aquí devanándome los sesos y pensando que quiere algo
de mi?.-
-Y si
es un travestí?. y después de ligar con ella, resulta que es un hombre?-
- No
sé, pero me parece que esto no va por buen camino, yo creo que tenía demasiado
interés en mi y eso no es normal. Y si es otro tipo de interés?-
- Espera,
que lo mismo es de esas enfermeras que se cargan a sus pacientes y lo primero
que hacen es caer bien, para luego, zas!!!!-
- Joer,
a que es eso!!!!. Que yo no tengo suerte con las mujeres.-
- Que
no me ha sonreído, que lo que ha hecho es reírse de manera sarcástica, como en
las películas de terror!!!!.-
- Que
ésta me lleva al hoyo, que te lo digo yo, que esa cara no es normal y encima
pelirroja, que las pelirrojas son siempre las asesinas en los libros de
misterio.-
- Esto
no va bien desde luego que no, que hay demasiadas posibilidades de que esto no
salga bien, mejor me quedo callado y en cuanto pueda me largo de aquí sin que
nadie se de cuenta, que yo he venido aquí a curarme y no para acabar criando
malvas.-
En eso
que Amanda entra en la habitación, se acerca a mi cama silenciosamente y
mientras sonríe dice: “Voy a terminar con tu sed.”
Yo, con
el terror marcado en el rostro y los nervios desquiciados, salté por el otro
lado de la cama y salí corriendo mientras decía: “Y una mierda!!!”
En mi
loca carrera de huída, tiré el carrito de las medicinas que había en el
pasillo, me resbalé y acabé cayendo de bruces encima de un señor que estaba en
una silla de ruedas.
La
silla empezó a deslizarse por el pasillo, y mientras el señor que iba en ella
intentaba zafarse de mí, yo me agarraba a su cuello. El señor empezó a
sacudirme, mientras el personal médico salía corriendo detrás de nosotros para
detener la silla.
La
silla aceleraba de una manera que parecía tener turbo, el señor me mordió un
brazo como si llevase semanas sin comer y yo gritaba de dolor mientras veía que
la silla avanzaba irremediablemente hacia un ventanal que estaba abierto.
La
silla parecía volar hacia el ventanal, y yo del miedo, me mee tanto en los
pantalones, que éstos parecían la desembocadura del Ebro. El señor no paraba de
darme en la cara con la mascarilla del oxígeno.
El
reguero de orina que fui dejando, hizo que el personal que nos perseguía fuera resbalando
y así, médicos, enfermeras y ats, se empezaron a amontonar en el suelo unos
encima de los otros.
El
golpe contra la pared de la ventana era inminente y al buen señor no se le
ocurrió otra idea, que meter su bastón entre los radios de una de las
ruedas……….la silla se paró en seco y devino en un movimiento brusco de
desaceleración, que provocó que la silla se venciese hacia delante y yo saliera
disparado por la ventana abierta……………..
Una
semana después, me desperté en una de las camas del hospital, lleno de vendajes
y custodiado por dos guardias jurados.
En el
cartel de mi cama ponía: “PELIGROSO, NO ACERCARSE”.
Amanda
entró en la habitación y acercándose de nuevo a mi, me dijo: “No sé por qué no
quisiste tomarte el zumo que te traía…………………”