martes, 30 de diciembre de 2014

Capítulo 36 - Sigo sin novia

Después de mi amarga despedida con Esperanza, me sentí abatido, pues pensaba que hubiese podido tener una relación  duradera con ella, pero no pudo ser, así que continué con mi rutina habitual.

A los dos días tenía cita con el médico especialista de las piernas (piérnologo, creo que se llama), y acudí a mi cita para que me diera los resultados de las pruebas que tres semanas antes me había hecho.

“Buenos días doctor”.

“Buenos días, siéntese, por favor”.

El médico continuó diciendo:

“Hemos detectado un pequeño bulto en su pierna derecha y……………”

El médico paró de hablar y vino a recogerme del suelo, pues yo soy un poco hipocondriaco y me desmayé solo con oír la palabra –bulto-.

Una vez recuperado el sentido y curada la herida de la cabeza (dos puntos), el médico siguió diciendo:

“No se preocupe, es un pequeño cúmulo sebáceo, que precisamente está provocándole esas molestias. Así que tendremos que internarle en el hospital durante unos días, para extraérselo mediante cirugía”.

El médico paró de hablar nuevamente y otra vez me recogió del suelo, eso si, esta vez mi cabeza no dio contra su mesa y no tuvieron que ponerme puntos, con Mercromina y esparadrapo quedó resuelto.

Una vez yo en la silla (esta vez atado), el médico continuó:

“Así que le pediré cita para la intervención”.

Me desataron de la silla, y me llevaron en ambulancia hasta mi casa.

Dos semanas después estaba yo en la cama del hospital, esperando a que me quitaran el dichoso bultillo y aunque yo estaba muy nervioso, la verdad es que las enfermeras que me atendieron, me hicieron olvidar para qué estaba allí.

Había una en concreto (Amanda), que me trataba con especial cariño y eso no pasó desapercibido para mi.

Amanda era una mujer muy guapa, pelirroja natural y con unos andares que le hacían a uno perder el sentido.

“Buenos días” dijo Amanda y mirándome a los ojos.

“Buenos días” dije yo.

“¿Qué tal estamos?”

“Muy bien” dije yo.

“Pues vete preparando”.

-Uffff, pensé, preparándome?. Esta mujer quiere guerra ¡!!!.-

“Si” dijo ella con su dulce voz. “Debes prepararte para la operación de mañana, así que procura descansar esta noche”.

-Joer, pensé que me hablaba de otra cosa.-

“Está bien, descansaré todo lo que pueda, pero de todas maneras, que más se puede hacer aquí a parte de dormir?, pregunté a Amanda.

“Pues se pueden hacer más cosas de las que tu puedas creer, pero eso quedará para después de tu intervención” dijo ella.

-Glups, ¿A qué se referirá?, que lo mismo si quiere guerra ¡!!!-

Amanda salió de la habitación, contoneando sus maravillosas caderas.

Y yo me quedé solo en aquella habitación, con la única compañía de mi mente, la cual por otro lado, intentaba descubrir lo que Amanda quería decir con esa frase de: “Se pueden hacer más cosas de las que tu te crees”.

-A qué se referirá?, pensé.-

-Lo mismo está loca por mi y quién sabe, lo mismo lo hacemos aquí mismo, sin anestesia ni nada………..jajaja, pero que chispa tengo ¡!!!-

-O tal vez se refería, a que ella puede hacerme un striptease a lo enfermera de peli de adultos-

-No sé, tal vez desvarío, pero me ha parecido que mientras decía la frase, me sonreía.-

-Se habrá enamorado de mi?.-

-Lo mismo está casada y lo que quiere es una aventura, pero claro, a mi esas cosas no me gustan, pero, y cómo le digo que no?, si está más buena que un pan?-

-Y además, seguro que el marido no la hace ni caso y por eso no tiene más remedio que buscar  a alguien que la haga feliz.-

-Ese tío debe ser imbécil, con lo dulce que es Amanda; seguro que cuando eran novios le decía que la amaría toda la vida y mira ahora. Pobre chica de verdad. Que pena me da.-

-En fin……….y además, seguro que su marido se la pega con otra y ella se ha dado cuenta, pero no quiere dejarle, porque le ama, pero por otro lado, no puede estar al lado de un hombre que la está tratando de esta manera. Es que no tiene perdón de dios!!!!!!!.-

-Pero por otro lado, lo mismo es ella quien engaña a su marido, porque claro, ella tiene aquí muchas oportunidades de conocer a gente interesante y ese pobre hombre está en su casa sufriendo, mientras “Amandita”, está aquí pavoneándose con unos y con otros, tal como lo ha hecho conmigo y después pretenderá que al llegar a casa, su hombre le tenga preparada la cena y la ropa planchada.-

-Y si es lesbiana? y estoy yo aquí devanándome los sesos y pensando que quiere algo de mi?.-

-Y si es un travestí?. y después de ligar con ella, resulta que es un hombre?-

- No sé, pero me parece que esto no va por buen camino, yo creo que tenía demasiado interés en mi y eso no es normal. Y si es otro tipo de interés?-

- Espera, que lo mismo es de esas enfermeras que se cargan a sus pacientes y lo primero que hacen es caer bien, para luego, zas!!!!-

- Joer, a que es eso!!!!. Que yo no tengo suerte con las mujeres.-

- Que no me ha sonreído, que lo que ha hecho es reírse de manera sarcástica, como en las películas de terror!!!!.-

- Que ésta me lleva al hoyo, que te lo digo yo, que esa cara no es normal y encima pelirroja, que las pelirrojas son siempre las asesinas en los libros de misterio.-

- Esto no va bien desde luego que no, que hay demasiadas posibilidades de que esto no salga bien, mejor me quedo callado y en cuanto pueda me largo de aquí sin que nadie se de cuenta, que yo he venido aquí a curarme y no para acabar criando malvas.-

En eso que Amanda entra en la habitación, se acerca a mi cama silenciosamente y mientras sonríe dice: “Voy a terminar con tu sed.”

Yo, con el terror marcado en el rostro y los nervios desquiciados, salté por el otro lado de la cama y salí corriendo mientras decía: “Y una mierda!!!”

En mi loca carrera de huída, tiré el carrito de las medicinas que había en el pasillo, me resbalé y acabé cayendo de bruces encima de un señor que estaba en una silla de ruedas.

La silla empezó a deslizarse por el pasillo, y mientras el señor que iba en ella intentaba zafarse de mí, yo me agarraba a su cuello. El señor empezó a sacudirme, mientras el personal médico salía corriendo detrás de nosotros para detener la silla.

La silla aceleraba de una manera que parecía tener turbo, el señor me mordió un brazo como si llevase semanas sin comer y yo gritaba de dolor mientras veía que la silla avanzaba irremediablemente hacia un ventanal que estaba abierto.

La silla parecía volar hacia el ventanal, y yo del miedo, me mee tanto en los pantalones, que éstos parecían la desembocadura del Ebro. El señor no paraba de darme en la cara con la mascarilla del oxígeno.

El reguero de orina que fui dejando, hizo que el personal que nos perseguía fuera resbalando y así, médicos, enfermeras y ats, se empezaron a amontonar en el suelo unos encima de los otros.

El golpe contra la pared de la ventana era inminente y al buen señor no se le ocurrió otra idea, que meter su bastón entre los radios de una de las ruedas……….la silla se paró en seco y devino en un movimiento brusco de desaceleración, que provocó que la silla se venciese hacia delante y yo saliera disparado por la ventana abierta……………..

Una semana después, me desperté en una de las camas del hospital, lleno de vendajes y custodiado por dos guardias jurados.

En el cartel de mi cama ponía: “PELIGROSO, NO ACERCARSE”.


Amanda entró en la habitación y acercándose de nuevo a mi, me dijo: “No sé por qué no quisiste tomarte el zumo que te traía…………………”

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