jueves, 11 de diciembre de 2014

Capítulo 34 - Adios Esperanza

Mira Cata, ya que lo nuestro es imposible y además no quiero perder un ojo la próxima vez que te vea, mejor te cuento, que volví a ver a Esperanza.

Quedamos en un parque de atracciones, pues ese fin de semana, el hijo pequeño de Esperanza lo pasaba con ella y claro, o íbamos los tres al parque o yo no podía quedar con ella.

Al llegar a la entrada del parque, ví a Esperanza y junto a ella, a un niño de unos 10 años. El niño era una monada, rubito, ojos azules y quieto como una estaca.

“Hola Esperanza”

“Hola Javi”.

“Qué hijo más educado tienes, no como aquel que está pateando una papelera, parece mentira que haya padres que dejen a sus hijos solos, y claro, luego pasa lo que pasa, que los niños son unos borricos, como aquel de allí, que al final destroza la papelera del parque”.

Según hablaba, una señora cogió de la mano al niño rubito que estaba junto a Esperanza y lo llevó dentro del parque.

“Esperanza, al final has venido sola?”.

“Pues no Javi, no he venido sola, he venido con mi hijo y es ese que está ahí entreteniéndose con la papelera”.

Me quería morir, acababa de llamar borrico al hijo de Esperanza, pero cómo iba yo a saber que esa mala bestia era su hijo???.

“Bueno………..jajajaja, la verdad es que lo chiquillos tienen que entretenerse con algo”, dije yo.

Esperanza y dirigiendo la mirada hacia su hijo le llamó…………………”Ángel!!!, ven aquí!!!.”

El niño se llama Ángel????, pues debe ser el ángel caído, pensé.

Una vez en la fila para sacar las entradas, el “angelito” mirándome con cara de demonio “espeluchao”, me dijo en voz baja: “Como te hagas novio de mi madre, te vas a enterar…………”.

Miré al niño con cara de asombro y le dije: “Mira hijo, no pretendo quitarte a tu madre, solo quiero que lo pasemos bien”.

El niño me respondió: “Yo no soy tu hijo, y te voy a hacer la vida imposible”.

Mientras Esperanza se volvía de la taquilla con las entradas, el “nene” empezó a gritar:

“MAMÁ, MAMÁ, ESTE SEÑOR A MIRADO A LA RUBIA DEL CULO GORDO!!!!!”.

“Pero qué dices Ángel!!!”. Dije yo.

“Que si, que le has mirado el culo y encima les ha dicho que le dé su teléfono!!!”.

“Pero niño!!!!”.

Esperanza me miró con cara de odio mientras decía: “PERO CÓMO SE TE OCURRE HACER ESO JAVI??? Y ENCIMA DELANTE DE MI HIJO??”.

“Esperanza, que yo no……………….jajaajaja, mujer que yo no……………..”

“Mira Javi, tengamos la fiesta en paz y DEJA DE MIRAR CULOS!!!”.

Yo no sabía como explicar a Esperanza, que todo era una invención de su hijo, así que asumí la “regañina” y decidí seguir adelante.

“Mamá”, dijo el hijo de……...Esperanza. Vamos a la Montaña Rusa”.

“Si hijo”, dijo ella.

Al llegar a la atracción, vimos que había una fila con por lo menos media hora de espera.

“Mamá” dijo el niño, “Tendremos que aguantar esta fila?, el novio que tenías antes, nos colaba siempre, porque tenía pase VIP. Este novio nuevo tiene pase VIP o es un “agarrao?”.

Esperanza me miró y yo sin más dilación, me dirigí a la taquilla, para sacar un pase, no VIP, si no super VIP, para que el “angelito” no tuviera que esperar la fila.

Me costó 200 euros, pero claro, no podía quedar delante de Esperanza, como un “agarrao”.

Una vez adquirido el pase y puestos en la fila de los VIP, solo quedaba esperar a que llegasen las vagonetas.

Cuando el “trenecito” se paró, yo le dije a Esperanza que mi vértigo no me permitiría montar en ese trasto y claro, ese niño lleno de dulzura dijo: “Mamá quiero que este señor monte conmigo”.

“Qué???” dije yo.

“Si mamá, y además en el primer vagón, que mola más”.
“Esperanza” dije yo, “Tengo mucho vértigo y si monto ahí, no sé que va a pasar”.

Esperanza, mi dulce Esperanza me dijo: “Mira Javi, es un capricho del niño y claro, si pretendes caerle bien, no te queda otra que montar con él”.

Yo debo ser gilipollas o tonto o imbécil, pero el caso es, que accedí”.

La secuencia fue como sigue……

Monto en la vagoneta.

El niño se ríe que se le van a partir las mandíbulas.

Mi cara se torna blanca como el mármol de “Carrara”.

El niño se sigue riendo.

Esperanza me mira.

Yo me cago en mi estampa, en la calavera del niño y en la madre que parió a Paneque.

El niño ve mi semblante (blanco muerte) y sigue riendo.
La vagoneta empieza a moverse.

Y mi estómago también.

Espero perder el conocimiento, pero no.

El niño ríe.

Yo me cago en todos sus muertos.

Esperanza me mira.

Empiezo a odiar a Esperanza.

El niño ríe aún más.

Yo me cago en los pantalones mientras veo la “peazo” de cuesta que hay enfrente.

El niño ríe a carcajadas.

La vagoneta va cuesta arriba, muy cuesta arriba.

Al llegar a la cima……………………….veo que hay una cuesta abajo, que debe haber sido planeada por un loco……………….y la vagoneta empieza a bajar…..

En los primeros cinco metros de la bajada, siento como si el mundo se fuera a terminar……………….en los cinco posteriores………mi vómito empieza a planear sobre la gente del “trenecito”, yendo a parar sobre una señora con peluca……….

El niño está despelotado de la risa.

Esperanza me mira mal.

Yo además de vomitar sin límite, empiezo a sentir que la respiración me falta.

Al final de la cuesta, hay una curva a derechas y el vómito se desparrama hacia la gente que hay mirando la atracción.
Todo el mundo me mira y con gestos de odio y asco, me señalan.

El resto del trayecto prefiero no recordarlo.

Al bajar de la atracción, y casi sin poder mantener la verticalidad, Esperanza me dice: “No creo que esta sea la mejor manera de empezar una relación”.

Yo, sin poder contestar, veo que el niño le da una patada a un bote de Coca Cola, que sin tener una dirección clara, me pega justo entre las piernas……………….caigo al suelo del dolor y mirando fijamente al niño le digo: “Mira niño, hoy acabo de descubrir, que el demonio existe”.

Esperanza muy ofendida, coge de la mano al niño y dice: “Mira Javi, hemos terminado”.

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