Hola
Javi, espero que no sigas enfadado conmigo, tengo que decirte que desisto, esto
de buscar pareja empieza a se hasta peligroso y yo he llegado al límite,
verás, te cuento:
Como
no contestaste a mi propuesta de casarte conmigo…, yo he seguido en mi andadura
por nuestra página favorita para buscar pareja.
Recibí
un mensaje de Carlos, educado, simpático, guapo y con chalet en la sierra y
todo. El caso es que después de vernos un par de veces me invitó este sábado a
conocer a su familia en su chalet en Valdeserrano.
Hubo
algo que me resulto curioso, a la vez que mosqueante y es que me pidió que yo
fuera en mi coche para que no nos vieran llegar juntos, por cuestión de su
intimidad, según decía, sus padres eran muy conocidos y de gran prestigio en la
urbanización, yo me lo tomé como un protocolo a cumplir y por él, así lo hice.
Cuando
llegué, allí estaba Carlos esperándome, tan guapo, arregladito y oliendo de
maravilla, me cogió de las manos y entramos en el chalecito, como decía él,
aunque más bien era una mansión de 8 habitaciones, a mí me pareció un poco
siniestra y oscura, pero no dije nada y seguí con mi sonrisa de siempre.
Entramos
a un salón, oscuro, tétrico con sillones rojos y paredes negras, ¡siiiiii! Las
paredes estaban pintadas de negro y yo con mi inocencia pregunté ¿se os ha
quemado la casa? Y me miró extrañado diciendo “no, en absoluto, ¿por qué lo
dices?” ah, pensé son negras a propósito, ¡mama mía!
No
había televisión, ni equipo de música, ni nada alegre, sólo cuadros de gente
muy rara con caras muy extrañas. Carlos comenzó a presentármelos a todos, era
la saga de los Capanegra ¡ojito el apellido….! Ahí tenía desde su tatarabuelo
hasta uno que no sé quién era pero me le imaginé como su primo el de
Transilvania….
De
repente sonó un estruendo, como si estuvieran tirando la puerta abajo, Carlos
me dijo “no te asustes, deben ser mis padres y mi hermana Soraya con el niño”
“¿pero no tenéis timbre en la casa?” pregunté, me miró y no dijo nada, sólo se dio
media vuelta para ir a abrir la puerta.
Durante
más de 5 minutos, me vi sola en aquel salón tétrico, triste, negro muy negro y
con todas esas caras antiguas y ancestrales mirándome, mientras que escuchaba
gritos, risas y murmullos en la puerta, empecé a asustarme porque aquello
parecía una película de terror, pero por fin, me tranquilice, sólo durante un
minuto, cuando apareció Carlos por la puerta.
“Ya
estoy aquí, te presento a mi familia:
Mi
padre: Servasio Capanegra” (era moreno, alto, blanco, muy blanco, parecía que
lo habían sacado de la tumba para presentármelo, serio muy serio y llevaba una
capa negra muy larga, yo rezaba para que no abriera la boca y me mostrara los
colmillos)
“Encantada
Sr. Servasio” “Nooooo, llámame Mefis” me dijo con una voz que hizo eco por todo
el salón.
“Mi
madre, Laura Salem (¿De qué me suena esto de Salem….? No es por nada pero ya
puedo decir, que he visto una bruja en persona, madre mía, la faltaba la
escoba, pelo totalmente gris por debajo del trasero, la cara como si el
panadero la hubiera llenado de harina, ojos negros, grandes, saltones, sombra
negra, uñas negras, pintadas, se entiende, ropa negra, medias negras, ¡todo
negroooooo! (Supongo que lo de la cara sería para distinguirla….)
“Un
placer Sra. Laura” “Me llaman Witchi” dijo, (Leches ¿witch no es bruja en
Inglés….? (¡ay madre, me estoy poniendo de los nervios!)
“Bueno
y esta es mi hermana Soraya y mi sobrino Demian” (Soraya era aparentemente
normal, sonreía continuamente y fue la única que me dio dos besos, el niño era
indescriptible, era una imprudencia llevar a esa criatura con las orejas al
aire, porque cualquier día iba a salir planeando, no es que fueran de soplillo, es
que parecían las alas de un avión Jumbo, por lo demás, la criatura no tenía
desperdicio, pero eso sí, era simpático y sonriente, como la madre, aunque
había algo en ellos que no sé….., se miraban y reían a carcajadas, bueno, en
principio no quise darle importancia al tema).
Después
de las presentaciones, nos dirigimos al comedor y no me digas cómo, cuándo,
quién ni por qué, pero la mesa estaba perfectamente puesta con la comida sólo
para servir y yo no había visto movimiento alguno. Al principio pensé que la
habían dejado el día antes y se me puso el estómago en la garganta, pero
afortunadamente, a los 5 minutos de estar sentados, apareció Romi (Romina)
rubia, bajita, con cara de mala uva y que cojeaba no sabes de qué manera, de
ahí que tardara tanto en llegar desde la cocina. Romi, nos sirvió una sopa de
primero, de un color un poco extraño, rojizo, pero el sabor era bueno, así la
degusté tranquila.
Al
no presentarme al papá de la criatura, durante la comida no pude por menos que
intentar resolver mi curiosidad y pregunté a Carlos en bajito por no ser
indiscreta con la muchacha.
“Sory,
Cata me está preguntando por el papá de Demi”
“ja,ja,ja, empezaron a reír todos” No hubo contestación y no se habló
más del tema….
Después
llegó el segundo plato, entrecote con patatas y pimientos, enseguida pude
comprobar que había un gran problema, no existía un solo cuchillo ni tenedor en la mesa,
así que decidí esperar a ver qué hacían los demás, allí nadie hablaba ni tocaba
la carne de ninguna manera, ¡claro no había cuchillos para cortarla ni tenedores para pincharla!
Simplemente la miraban, al rato vino Romi y se llevó todos los platos intactos.
Vamos que me quedé con las ganas de comerme el entrecote, aunque visto el panorama, me imaginé que ya lo habían paseado unos cuantos días por la mesa,
pues nadie fue capaz de reclamar los cubiertos. Con mi curiosidad
característica, volví a preguntar a Carlos en bajito “¿por qué no hay cuchillos ni tenedores en la mesa y nadie los reclama para comer la carne?” Carlos me miró y con una
sonrisa casi sarcástica, ¡no, que narices, sarcástica del todo! Contestó: “mi hermana todavía no ha terminado el
tratamiento y no queremos que le vuelva a pasar a nadie lo que le pasó al
pedante de su marido, aunque se lo tenía merecido” “ y que le pasó al
susodicho, si se puede saber” “insultó a
Sory y como es esquizofrénica le sacó un ojo con el cuchillo y lo dejó en su plato pinchado con
el tenedor, le tenemos en el hospital hace una semana” A partir de ahí me empezaron a entrar unos
sudores incontrolables, sólo quería salir corriendo de allí, me parecía estar
viviendo una pesadilla.
Como
no quería morir tan joven ni que me quitaran ninguna parte de mi cara, que
aunque ninguna es una maravilla, las tengo todas y yo veía a la joven bruja
capaz de rebanarme los sesos con una cuchara o hacerme un pincho moruno con el atizador de la chimenea, pensé hay varias maneras de salir de aquí:
1ª
Por patas, sin más, el patilargo del Drácula (padre de Carlos) me pilla seguro.
2ª
Digo que voy al baño y me escapo por la ventana, seguro que no tienen ventana
en el baño, ni siquiera tendrán baño o estará lleno de sapos, murciélagos o
tendrán el ojo del cuñado metido en un vaso ¡noooo qué horror!
3º
Me hago la chulita y digo que soy una bruja y que me tengo que ir porque hay una reunión con las de Salem, noooo, que
se me apunta la pelo estropajo (madre de Carlos).
De
repente, Soraya dijo casi a gritos ¿Jugamos a lo de la guija como el otro día?
¡Nos lo pasamos fenomenal! Todos la acompañaron entre palmas y ovaciones. Ahí
ya llegué al límite y aprovechando un despiste de los comensales que andaban
discutiendo sobre qué espíritu iban a invocar, me perdí por la estancia, hasta
llegar a la puerta, salí por la misma y corrí como en mi vida hacia mi coche,
eso sí, perseguida por un par de rotwailers que parecían demonios negros. ¿De
dónde habían salido esos bichos si cuando llegué no estaban?
Me
metí en el coche y salí pitando.
Al
día siguiente recibí un mensaje: “Cata, le has encantado a mi familia y tu
manera de marcharte nos pareció a todos super divertida, esperan verte pronto
otra vez, ¡tenemos guija pendiente…..”
Mi
contestación: “Hola Carlos, soy la madre de Cata, lo siento, la han llamado
para un trabajo muy interesante en Australia y ha tomado el avión esta misma
mañana, no creo que vuelva en unos 5 ó 6 años, quizás se quede allí para
siempre, me ha dado recuerdos para ti y tu familia y que gracias por vuestra
“hospitalidad”.
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