viernes, 12 de diciembre de 2014

Capítulo 35 - El hijo de los "Monster"

Hola Javi, espero que no sigas enfadado conmigo, tengo que decirte que desisto, esto de buscar pareja empieza a se hasta peligroso y yo he llegado al límite, verás, te cuento:
Como no contestaste a mi propuesta de casarte conmigo…, yo he seguido en mi andadura por nuestra página favorita para buscar pareja.

Recibí un mensaje de Carlos, educado, simpático, guapo y con chalet en la sierra y todo. El caso es que después de vernos un par de veces me invitó este sábado a conocer a su familia en su chalet en Valdeserrano.

Hubo algo que me resulto curioso, a la vez que mosqueante y es que me pidió que yo fuera en mi coche para que no nos vieran llegar juntos, por cuestión de su intimidad, según decía, sus padres eran muy conocidos y de gran prestigio en la urbanización, yo me lo tomé como un protocolo a cumplir y por él, así lo hice.

Cuando llegué, allí estaba Carlos esperándome, tan guapo, arregladito y oliendo de maravilla, me cogió de las manos y entramos en el chalecito, como decía él, aunque más bien era una mansión de 8 habitaciones, a mí me pareció un poco siniestra y oscura, pero no dije nada y seguí con mi sonrisa de siempre.

Entramos a un salón, oscuro, tétrico con sillones rojos y paredes negras, ¡siiiiii! Las paredes estaban pintadas de negro y yo con mi inocencia pregunté ¿se os ha quemado la casa? Y me miró extrañado diciendo “no, en absoluto, ¿por qué lo dices?” ah, pensé son negras a propósito, ¡mama mía!

No había televisión, ni equipo de música, ni nada alegre, sólo cuadros de gente muy rara con caras muy extrañas. Carlos comenzó a presentármelos a todos, era la saga de los Capanegra ¡ojito el apellido….! Ahí tenía desde su tatarabuelo hasta uno que no sé quién era pero me le imaginé como su primo el de Transilvania….

De repente sonó un estruendo, como si estuvieran tirando la puerta abajo, Carlos me dijo “no te asustes, deben ser mis padres y mi hermana Soraya con el niño” “¿pero no tenéis timbre en la casa?” pregunté, me miró y no dijo nada, sólo se dio media vuelta para ir a abrir la puerta.

Durante más de 5 minutos, me vi sola en aquel salón tétrico, triste, negro muy negro y con todas esas caras antiguas y ancestrales mirándome, mientras que escuchaba gritos, risas y murmullos en la puerta, empecé a asustarme porque aquello parecía una película de terror, pero por fin, me tranquilice, sólo durante un minuto, cuando apareció Carlos por la puerta.

“Ya estoy aquí, te presento a mi familia:

Mi padre: Servasio Capanegra” (era moreno, alto, blanco, muy blanco, parecía que lo habían sacado de la tumba para presentármelo, serio muy serio y llevaba una capa negra muy larga, yo rezaba para que no abriera la boca y me mostrara los colmillos)

“Encantada Sr. Servasio” “Nooooo, llámame Mefis” me dijo con una voz que hizo eco por todo el salón.

“Mi madre, Laura Salem (¿De qué me suena esto de Salem….? No es por nada pero ya puedo decir, que he visto una bruja en persona, madre mía, la faltaba la escoba, pelo totalmente gris por debajo del trasero, la cara como si el panadero la hubiera llenado de harina, ojos negros, grandes, saltones, sombra negra, uñas negras, pintadas, se entiende, ropa negra, medias negras, ¡todo negroooooo! (Supongo que lo de la cara sería para distinguirla….)

“Un placer Sra. Laura” “Me llaman Witchi” dijo, (Leches ¿witch no es bruja en Inglés….? (¡ay madre, me estoy poniendo de los nervios!)

“Bueno y esta es mi hermana Soraya y mi sobrino Demian” (Soraya era aparentemente normal, sonreía continuamente y fue la única que me dio dos besos, el niño era indescriptible, era una imprudencia llevar a esa criatura con las orejas al aire, porque cualquier día iba a salir planeando, no es que fueran de soplillo, es que parecían las alas de un avión Jumbo, por lo demás, la criatura no tenía desperdicio, pero eso sí, era simpático y sonriente, como la madre, aunque había algo en ellos que no sé….., se miraban y reían a carcajadas, bueno, en principio no quise darle importancia al tema).

Después de las presentaciones, nos dirigimos al comedor y no me digas cómo, cuándo, quién ni por qué, pero la mesa estaba perfectamente puesta con la comida sólo para servir y yo no había visto movimiento alguno. Al principio pensé que la habían dejado el día antes y se me puso el estómago en la garganta, pero afortunadamente, a los 5 minutos de estar sentados, apareció Romi (Romina) rubia, bajita, con cara de mala uva y que cojeaba no sabes de qué manera, de ahí que tardara tanto en llegar desde la cocina. Romi, nos sirvió una sopa de primero, de un color un poco extraño, rojizo, pero el sabor era bueno, así la degusté tranquila.

Al no presentarme al papá de la criatura, durante la comida no pude por menos que intentar resolver mi curiosidad y pregunté a Carlos en bajito por no ser indiscreta con la muchacha.

“Sory, Cata me está preguntando por el papá de Demi”  “ja,ja,ja, empezaron a reír todos” No hubo contestación y no se habló más del tema….

Después llegó el segundo plato, entrecote con patatas y pimientos, enseguida pude comprobar que había un gran problema, no existía un solo cuchillo ni tenedor en la mesa, así que decidí esperar a ver qué hacían los demás, allí nadie hablaba ni tocaba la carne de ninguna manera, ¡claro no había cuchillos para cortarla ni tenedores para pincharla! Simplemente la miraban, al rato vino Romi y se llevó todos los platos intactos. Vamos que me quedé con las ganas de comerme el entrecote, aunque visto el panorama, me imaginé que ya lo habían paseado unos cuantos días por la mesa, pues nadie fue capaz de reclamar los cubiertos. Con mi curiosidad característica, volví a preguntar a Carlos en bajito “¿por qué no hay cuchillos ni tenedores en la mesa y nadie los reclama para comer la carne?” Carlos me miró y con una sonrisa casi sarcástica, ¡no, que narices, sarcástica del todo! Contestó: “mi hermana todavía no ha terminado el tratamiento y no queremos que le vuelva a pasar a nadie lo que le pasó al pedante de su marido, aunque se lo tenía merecido” “ y que le pasó al susodicho, si se puede saber”  “insultó a Sory y como es esquizofrénica le sacó un ojo con el cuchillo y lo dejó en su plato pinchado con el tenedor, le tenemos en el hospital hace una semana”  A partir de ahí me empezaron a entrar unos sudores incontrolables, sólo quería salir corriendo de allí, me parecía estar viviendo una pesadilla.

Como no quería morir tan joven ni que me quitaran ninguna parte de mi cara, que aunque ninguna es una maravilla, las tengo todas y yo veía a la joven bruja capaz de rebanarme los sesos con una cuchara o hacerme un pincho moruno con el atizador de la chimenea, pensé hay varias maneras de salir de aquí:

1ª Por patas, sin más, el patilargo del Drácula (padre de Carlos) me pilla seguro.

2ª Digo que voy al baño y me escapo por la ventana, seguro que no tienen ventana en el baño, ni siquiera tendrán baño o estará lleno de sapos, murciélagos o tendrán el ojo del cuñado metido en un vaso ¡noooo qué horror!

3º Me hago la chulita y digo que soy una bruja y que me tengo que ir porque  hay una reunión con las de Salem, noooo, que se me apunta la pelo estropajo (madre de Carlos).

De repente, Soraya dijo casi a gritos ¿Jugamos a lo de la guija como el otro día? ¡Nos lo pasamos fenomenal! Todos la acompañaron entre palmas y ovaciones. Ahí ya llegué al límite y aprovechando un despiste de los comensales que andaban discutiendo sobre qué espíritu iban a invocar, me perdí por la estancia, hasta llegar a la puerta, salí por la misma y corrí como en mi vida hacia mi coche, eso sí, perseguida por un par de rotwailers que parecían demonios negros. ¿De dónde habían salido esos bichos si cuando llegué no estaban?

Me metí en el coche y salí pitando.

Al día siguiente recibí un mensaje: “Cata, le has encantado a mi familia y tu manera de marcharte nos pareció a todos super divertida, esperan verte pronto otra vez, ¡tenemos guija pendiente…..”


Mi contestación: “Hola Carlos, soy la madre de Cata, lo siento, la han llamado para un trabajo muy interesante en Australia y ha tomado el avión esta misma mañana, no creo que vuelva en unos 5 ó 6 años, quizás se quede allí para siempre, me ha dado recuerdos para ti y tu familia y que gracias por vuestra “hospitalidad”.

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