viernes, 16 de enero de 2015

Capítulo 41 - El día de Reyes

Hola Cata.

Me preguntabas qué tal había empezado el año y la verdad es que no sé que decirte, así que juzga por ti misma.

El día 5 de Enero, sobre las 17 horas, sonó el teléfono y al cogerlo…………

“Hola tito Javi”

“Hola Juanito, chaval!!!, qué te cuentas?”.

“Nada, que me ha dicho mamá, que como tienes esa cabeza, que te llamase para que no se te olvidara que me ibas a llevar a la Cabalgata de Reyes”.

“Jajajaja, Juanito, qué cosas tiene tu madre, pero cómo se me iba a olvidar?”.

La verdad es, que se me había olvidado por completo y encima estaba mintiendo vilmente a mi sobrinillo.

“Bueno Juanito, te pasaré a buscar sobre las 8 de la tarde”.

“Pero tito, si la cabalgata es a las 7 de la tarde!!!!.

“Jajajaja, ya lo sabía (mentira), era para ver si estabas atento.”.

“Bueno que te recojo a la 6, vale?”.

“Vale tito. Un beso”.

Después de colgar el teléfono, me puse a buscar en Google dónde narices había una cabalgata, menos mal que encontré una cerca de donde vive el chaval.

A las 18 horas recogí a Juanito y nos fuimos caminando hacia una de las calles por donde pasaban los Reyes Magos.

Era una calle ancha y había mucho sitio para ver pasar las carrozas y además no había apenas gente, así que estábamos en primera fila.

Las 6 y media y seguíamos prácticamente solos, lo cual me alegraba sobremanera, pues no me gustan las aglomeraciones.

6:45 y seguíamos solos.

“Oye tito”, dijo Juanito, “Y cuando pasarán las carrozas?”.

“Pues en poco tiempo, deben estar casi llegando.”

La verdad es que parecía un poco extraño, que casi a punto de pasar la caravana multicolor, hubiese tan poca gente, pero la verdad es que hacía frío y seguro que la gente lo estaba viendo por televisión.

7 de la tarde y por allí no pasaba nadie…………..

La verdad es que a lo lejos se oía un gran griterío, pero por aquí, nada.

7:15 y empecé a mosquearme. Miré de nuevo el trayecto en Google a través de mi teléfono móvil, cuando para mi sorpresa…………………..HABÍAN CAMBIADO LA RUTA!!!!!!!!.

Menos mal que la variación estaba cerca.

“ Juanito!!!!!, vamos!!!!..............que los Reyes Magos pasan por la calle de al lado y no por aquí!!!”.

Cogí a Juanito en volandas y empecé a correr hasta un par de calles más abajo.

La calle estaba llena de niños gritando al paso de las carrozas, mientras desde éstas, los pajes lanzaban caramelos y otras chucherías.

Estábamos por lo menos en la décima fila y hasta allí, no llegaban ni caramelos, ni nada y mucho menos se podía ver  la dichosa cabalgata.

Volví a coger a Juanito en brazos (joer como pesaba el crío) y empecé a colarme entre el gentío, pidiendo disculpas e implorando poder llegar un poco más cerca, para que el niño pudiese ver algo.

Menos mal que la gente era amable y aunque me miraban mal, me dejaron acercarme lo suficiente, como para que Juanito pudiera ver algo.

Mi camino terminó, justo detrás de una señora que iba con cinco niños y que al pedirle paso, me respondió, que hubiese venido antes.

Así que no me quedó más remedio, que quedarme allí y con Juanito sobre los hombros.

No sé lo que pesaría Juanito, pero la sensación para mis hombros, era como la de aguantar 100 kilos y encima el niño no se estaba quieto.

“Juanito, para un poco!!!”.

“Es que no cojo los caramelos que lanzan tito”.

“No importa, luego te compro una bolsa para ti solo”.

“Ya, pero es que estos molan más”.

Mientras Juanito destrozaba mis hombros me percaté, que justo al lado mío, había una mujer de unos 45 años, que estaba admirando el paso de los carruajes, junto a una niña pequeña.

“Hola”, dije dirigiéndome a la mujer, “Menuda cabalgata eh!!!”.

“Si, está muy bien”, dio ella.

“Vienes todos los años con tu hija???”.

“Jajajaja, si, suelo venir todos los años, pero no es mi hija, es mi sobrina”.

“Anda pues mira, entonces como yo, qué casualidad”

Los hombros ya no me aguantaban más, así que bajé a Juanito y le dije que cogiera caramelos de los que había en el suelo y que cuando llegase la carroza de los Reyes Magos, le volvería a subir para que los viese.

Juanito estaba encantado y se puso a coger caramelos, con la sobrina de aquella mujer.

“Perdona, no me he presentado, me llamo Javi”.

“Hola Javi, me llamo Isabel”.

“Un placer conocerte Isabel”.

“Lo mismo digo Javi”.

Comenzamos a hablar de esto y aquello y para mi esa situación empezó a resultar interesante, pues la voz de Isabel era realmente encantadora y su sonrisa muy agradable.

Conversamos yo no sé durante cuanto tiempo, hasta que desde una de las carrozas anunciaron: “Y A CONTINUACIÓN, LAS CARROZAS DE LOS REYES MAGOS DE ORIENTE!!!!!”.

“Perdona Isabel, ahora seguimos, que voy a coger al niño, para que pueda verlo”.

“JuANITOOOOOO!!!!!!!!!!

No, Juanito no estaba donde le dejé.

Pero dónde se habrá metido este crío!!!!

“Has perdido a tu sobrino?”.

“No que va, seguro que está metido en esa maraña de piernas cogiendo caramelos.

“JUANIIIIIIIIIIIIIIITO!!!!”.

Juanito ni contestaba, ni se hacía ver y yo me estaba poniendo de los nervios.

La madre que lo parió, pero dónde se habrá metido????.

Me agaché, para ver si estando a su altura, podía verlo, pero nada, así que me puse a caminar de rodillas entre el gentío, para encontrar al dichoso niño.

Según caminaba, iba pegando voces a ver si me oía……….CHENCHO, digo JUANIIIIIIIIIITO!!!.

La gente al verme pasar a la altura de sus rodillas, tuvo varias reacciones:

Una señora me sacudió con el bastón, mientras me llamaba depravado.

Un señor me pisó una mano y en vez de pedirme disculpas, me dijo que delante de él no se colaba nadie.

Una niña empezó a llorar, mientras gritaba a su madre, que ahí abajo había un señor mirándole las bragas.

La madre sin más miramientos me sacudió un rodillazo y yo al caer, intenté sujetarme a algo, con tan mala suerte, que lo hice en el hábito una monja que esta cerca. El hábito dejó al descubierto un hermoso liguero…..

La monja empezó a gritar y todo el que estaba a su alrededor también, hasta que llegó un policía municipal, que me vio tirado en el suelo. Mientras el gentío me señalaba y gritaba, el policía llamó a los del SAMUR, pensando que me había dado un "`patatus".

El equipo del SAMUR, que estaba muy cerca de allí, llegó en dos segundos y se puso manos a la obra. La más gorda de las sanitarias empezó a hacerme el boca a boca y a masajearme el pecho como si quisiera sacar petróleo. Otro de los enfermeros sacó el desfibrilador y apartando a la gorda, me sacudió dos descargas  de 400 voltios, lo cual, en vez de reanimarme, me dejó para el arrastre.

Yo quería huir de allí, así que cómo pude me zafé de los sanitarios, agarrándome al cinturón del policía municipal, con tan mala fortuna (y ya van muchas), que la pistola del policía calló al suelo, se disparó y le pegó un tiro a un camello en una de sus patas. El camello cayó……….el paje que iba encima (descanse en paz) también y la carroza de Gaspar que iba justo detrás, arrolló a ambos.

La gente empezó a huir despavorida ante la dantesca imagen, mientras Gaspar caía por uno de los lados de su brillante carroza.

Y allí, tumbado en el suelo, ví por fin a Juanito, que se había colado hasta la primera fila de aquel gentío.

El pánico hacía correr a la gente de un lado para otro, lo cual aproveché para coger a Juanito y desaparecer de allí.

Y ahora Cata, puedes volver a preguntarme, cómo empezó el año para mí?.



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