lunes, 17 de noviembre de 2014

Capítulo 27 - Un pequeño lapsus...


Hola Javi, ¡ay lo que me pasó el sábado, pabernos matao!

Resulta que una amiga mía me arregló una cita con un tal Pablo, amigo suyo de toda la vida que le ha dejado la novia. Dice que es muy majo y apañado de cuerpo, así que me animé a conocerle.

Quedamos a las 5 de la tarde en un bar del centro y allí me presenté toda pintadita, arregladita y con unos nervios que no veas, porque mi amiga me había dicho que el chico estaba deseoso de conocerme.

Bueno, pues allí me senté en una silla a esperar a mi presunto pretendiente y pasaron, las 5, las 5:10, 5:15, 5:20…, durante todo este tiempo el camarero vino a verme unas 5 veces para ver si quería tomar algo, pero yo ni le contestaba, pues sólo estaba pendiente del reloj y de la puerta,  ansiosa de ver aparecer a mi príncipe azul, verde o como fuera,  que ya no estoy para elegir colores. Seguía pasando el tiempo y el presunto no aparecía. Yo, acabé cediendo a la voluntad del camarero y me pedí una bebida,  una tras otra, pues me tiré allí como hora y media de reloj.

De repente, cuando ya estaba perdiendo las esperanzas y me estaba entrando un calentón increíble, pero de mosqueo y de rabia, vi entrar por la puerta a un pedazo de hombre, eso sí, un poco bizco, pero con un cuerpo de infarto y una cara así con medio barbita super atractiva,  el chico me sonrió y se dirigió hacia mí, yo me levanté como un resorte y estas fueron mis palabras:

“Hola majo, eres Pablo ¿no? El formal y encantador amigo de Silvia, que nunca llega tarde a ninguna cita y que estaba deseoso de conocerme, pues rico, llevo aquí hora y media y tengo bien clarito en el móvil tu mensaje con la hora, las 5 de la tarde, no de la madrugada, que a este paso, ya me estaba viendo cenando con los camareros, recogiendo las mesas y fregando los platos y es que somos ya casi de la familia y nos hemos dado hasta los teléfonos  porque el roce hace el cariño y yo llevo aquí hora y media y el camarero lo mismo, aguantándome.  Ya puedes tener una excusa convincente, o largarte por donde has venido a arreglar todos los relojes de tu casa porque yo así no vuelvo a quedar contigo nunca, por muy amigo de Silvia que seas, ¿entendido?”

Mientras que yo soltaba mi gran parrafada desafiante..., el muchacho hacía movimientos con la boca y el dedo como queriendo decir palabra, pero yo no podía dejar de hablar y expresar mi malestar por el retraso.

De repente alguien me dio con el dedo en la espalda y cuando me volví, me encontré a una morena despampanante con cara de mala uva que me dijo muy claramente: “O dejas a mi novio en paz o no ties calle pa correr, porque soy la hermana del Jonathan y del Suso, que ya han estao dos veces en la cárcel y no soporto que una puñetera paya le monte un cristo a mi chico, no sé por qué extraña razón, piraaa, que eres una piraaa”

Seguidamente el muchacho continuó diciendo: “Llevo un rato intentando decirte que yo no soy el Pablo sino el Richard y que no te conozco de naaaa, ¡que me vas a buscar un lío con la Jeni y tiene un genio de mil demonios!

Ya no pude articular palabra, habría jurado que este chico había entrado al bar, me había mirado y sonreído, pero mirándole bien, efectivamente podría haber mirado y sonreído a cualquiera del recinto, porque tenía un ojo pa Alcalá y otro pa Aranjuez.

Javi, lo mío ¿tú crees que es normal…?


Ah, no he llegado a conocer a Pablo, mi amiga llamó diciendo que le dio la vena y se ha metido a cura y que se la pasó avisarme.

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