Hola Javi, vaya tela con la
Esperanza hijo, la guerra que está dando, a ver si ya por fin… y hacemos una
fiesta, ja,ja,ja.
Bueno, no soy yo la más
indicada para reírme porque si te cuento, alucinas.
Resulta que dada mi mala
experiencia en el gimnasio, no he vuelto y como sabes que te conté que en el
pueblo jugábamos al frontón, pues chico, me he animado a apuntarme a tenis, me
dijo una amiga que se liga mucho en los deportes de raqueta, si, ya te cuento
yo de ligar….
Pues eso, que fui a hacer
la prueba de nivel y allí estaba él, con su sonrisa, sus cachas, su cuerpo
corpulento, su cabeza como una bola de billar, mi hombre perfecto, me sentí
como cuando se encuentran la cebra y el león en la peli de Madagascar, los ojos
me hacían chiribitas y veía estrellas por todos los lados, hasta el punto de
que se me bajó el escote y se me subió la falda como por arte de magia, un mecanismo
de ataque o algo así, supongo.
“Hola, me llamo Ismael y
voy a ser tu profesor de tenis, vamos a ver cómo le das a las bolas”
“¡Madre mía, qué directo!”
pensé y allí le tenía enfrente con su raqueta, su cuerpo y su cesto llenito de
bolas.
Yo, parada , raqueta de
hace por lo menos 20 años, en mano, esperando recibir las bolas de Ismael. De repente noté cómo algo golpeaba fuertemente en mi cara de
tal manera que mi muela expulsaba alguna parte de sus adentros, ¡el empaste, se
me había salido el empaste”, mi querido Ismael me había atizado tal pelotazo en
la cara que me había movido toda la dentadura.
Pero él no paró, siguió
tirándome bolas a un lado y a otro esperando que yo me moviera como un
muñequito del futbolín, pero yo iba como cazando moscas a ver si pillaba alguna
y lo único que hacía era llevarme pelotazos por todos los lados. Ismael sólo
repetía una y otra vez “vamos, mueve ese cuerpo serrano” “¿Será animal? pensaba yo, éste se cree que está entrenando a la
Navratilova y yo sólo soy Cata, una chica normal que jugaba al frontón en su
pueblo.
Por fin llegó mi gran
momento, después de haberme tirado 20 ó 30 bolas, acerté, la di, con tal ímpetu
que la bola no sólo sobrepasó la red, sino, que voló por encima de Ismael, de
la valla de la pista y al cabo de 5 minutos, apareció un entrenador de fútbol
de un campo que está a unos 3 Km. preguntando con cara de espanto si por casualidad
esa bola era nuestra.
Ismael, me dio un toquecito
en la espalda y me dijo “muy bien, campeona, de aquí a nada ya puedes ir a
torneos, pero de lanzamiento de pértiga, hija mía esto no es lo tuyo.”
A partir de ahí, Ismael
perdió todo su encanto y de verle como el hombre ideal, pasé a ver a Shrek en persona, ¡como se parecía el jodío, si es que
tenía hasta el mismo color casi! Me dio tanta rabia su comentario que al despedirme
le di recuerdos para Fiona y el gato con botas.
Javi, creo que no voy a
ligar haciendo deporte, así que volveré a la Página a ver si hay algo nuevo por
ahí.
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