miércoles, 20 de mayo de 2015

Capítulo 72 - La boda, segunda parte, "El Banquete"

Y tras el pequeño incidente sin importancia en la Iglesia, una vez casada  y bendecida la parejita, pasamos al motivo por el que casi todo el mundo va a las bodas, el banquete y la juerga.

Por supuesto la comida fue en el mejor restaurante del pueblo, un asador llamado “El gran rabo de toro” en honor a quien fue su primer propietario, ya que el hombre iba siempre alardeando de eso mismo…., aunque ninguna de sus amantes - que tuvo varias- pudo confirmarlo: todas acababan marchándose del pueblo!!!. El las traía cuando volvía de sus viajes y ellas se iban solitas al poco tiempo… y si no fuera porque la Conchi, - la más cotilla del pueblo - reconocía haberlas visto coger el autobús de madrugada, todos hubiéramos pensado que se las cargaba y las enterraba por ahí.

Pues lo dicho, llegamos allí y ya estaban todas las mesas preparadas y con sus carteles colocados para que cada uno supiéramos dónde teníamos que sentarnos.

La verdad es que se habían  complicado mucho la vida, porque en vez de poner una lista con el número de mesa y quién iba en cada una, mi querida amiga piña colada y su ya esposo Ismael pepinillo, se habían dedicado a poner unos grandes carteles en las mesas con los nombres de los invitados, con lo cual casi no cabían los platos ni los cubiertos, pero sí quedaba bastante claro donde se sentaría cada uno!!.

Al principio fue un poco lío y trasiego, cruzándonos unos con otros por los pasillos entre las mesas, buscando nuestro cartel y algunos se llegaron a sentar dos en una silla o discutir por su puesto, por aquello de que había dos o tres “Joses” y no se les había puesto el apellido - ni el mote -, pero al final, se aclararon las cosas.

Yo no estaba muy conforme con mi compañía.

Me habían puesto con los hermanos de Ismael y las cuñadas embarazadas, con lo que me olía que el tema de conversación  no iba a ser otro que el de biberones, pañales,colegios y guarderías por un lado y fútbol, las tierras del tío Pedro o las jugadas de mus del miércoles, por otro.

Además, me temía que en la primera parte del banquete que era picoteo a compartir, no iba a probar ni bocado, ellos comían como auténticos animales y ellas comían cada una por dos, con lo cual…., mal asunto.

Por fortuna, a mi ex novio Alberto, aunque sí estaba en el banquete, le habían puesto en una mesa, en la otra punta del restaurante, supongo que después de la movidita de la iglesia debieron temer que volaran platos de comida por el restaurante, como el Isma me conoce un poco, por seguridad, alejaron a mi querido Alberto de mí.

Al contrario de lo que yo había augurado, la comida se desarrolló muy entretenida.

Me puse morada a picoteo… y es que las conejas y los hermanos de Ismael se dedicaron a intercambiar información sobre las posturas preferidas para hacer el amor - aunque ellos no lo llamaban así, tan finamente -…Fue una conversación muy didáctica, ya que me enteré de posiciones que ni conocía ni imaginaba que podían existir. Por lo visto, las más adecuadas para dejar a la moza embarazada; así que me vino bien conocerlas, para no ponerlas en práctica… de momento.

Como estaban muy emocionados hablando todos a la vez, a ver quién era el más macho, ellos no comían, sólo brindaban y bebían vino; y a ellas todo les daba asco o lo tenían prohibido por el ginecólogo, así que a mí me vino de perlas para probar los suculentos aperitivos.

Comimos, bebimos, reímos, tomamos café, copa, puro los hombres, cigarrito las mujeres y llegó la deseada hora del baile, allí mismo también.

En cuestión de 20 minutos, unos chicos muy corpulentos y rápidos - yo creo que eran del cuerpo de bomberos del pueblo de al lado - despejaron aquello y dejaron una pista enorme de baile, mientras que los invitados aprovechábamos  para ir al cuarto de baño y demás.

Por cierto, lo del baño fue una odisea.

Entre los niños, las embarazadas, las abuelas que se les iba escapando el pipí por el pasillo y algunas hasta el popó y yo que me quedé encerrada en el baño con el picaporte de la puerta en la mano, allí hubo sus más y sus menos y  algunas, con las prisas, empezaron a invadir también el baño de los hombres, con lo que aquello parecía Sodoma y Gomorra.

Claro, así pasó, que algunas mujeres, como las harpías amigas de la novia, salieron asustaditas del baño, pues no debían haber visto todavía miembro varón alguno y allí había algunos con gran miembro - según comentaban sus queridas esposas -

Pues nada, una vez comidos y……, empezó el baile.

En vez de orquesta, pusieron una mesa de mezclas para que pinchara Robertito, el mayor de los sobrinos de Ismael que tiene ya 16 años. El chaval tiene dotes de dj y le hacía ilusión poner la música. Lo malo es que aunque empezó con el tradicional vals que todos los novios bailan en las bodas, se vino arriba con la mezcla y de repente empezó a sonar una música House de los más marchoso que hizo que la melones y el pepinillo se vinieran igualmente arriba y empezaran a pegar brincos como locos: ¡parecían gorilas en la Selva!.

La novia se subió el vestido casi hasta las axilas y nos endiñó a todos los que estábamos detrás con la enorme cola del traje con tal ímpetu que la abuela Justina, como era tan pequeñita, quedó arrasada por la tela y luego tuvimos que buscarla debajo.

Ante tal movida y como allí todo el mundo estaba ya de aquella manera, todos salieron a imitar a la pareja con el mismo baile.

Vamos que ni en Pachá había tanta marcha como en aquella boda: el padre de Ismael llegó a tirarse al suelo y girar sobre su cuerpo como haciendo break dance; la madre,  con la marca de la gran pamela en la cabeza que parecía que la había chupado el pelo una vaca, saltaba por encima de su marido como si quisiera volver a conquistarle…

Los hermanos de Ismael, como iban de sobraos, se pusieron en fila delante de las mujeres haciendo el movimiento de John Travolta. Aunque Perico, el mayor llegó un momento que con tanto movimiento de cadera, se quedó pillado y pensamos que se le había salido la prótesis, el pobre muchacho tiene tantas lesiones y operaciones que se mueve como un Play Movil.

Y Rober mi amor de la infancia, ¡cómo bailaba! Parecía que se iba a descoyuntar, yo llegué a temer por su vida, le veía tan frágil y delgadillo que con tanto movimiento, parecía que se desmontaba.

En un acto de valentía el muchacho intentó coger por los aires a una de las harpías con tan mala suerte que no calculó bien y acabo con el tacón del zapato de la chica metido en la boca, ¡qué momento!

Ella emocionada quería más, y se le colgaba del cuello, pero el pobre Rober entre el zapatazo que se había llevado, el gran esfuerzo del baile y el olor pestilente a sudor de las axilas de la harpía, que como ya te conté anteriormente iban decoradas con melena, daba pena ver los lagrimones que le caían.

Ante tanto barullo, de repente paró la música para dar paso a una balada de lo más romántico, entonces las parejas empezaron a bailar agarradas.

Alberto apareció me sonrió me cogió de la mano y me invitó a bailar, diciéndome las siguientes palabras:

“¿Me perdonas? Prometo respetar tu forma de ser y no burlarme más de tus patosadas ni desaparecer”.

Yo me sentí enternecida por las palabras de aquel galán, que además, estaba muy guapo con su traje; y acepté su invitación.

Según le abracé, él me cogió de la cintura, nos miramos y justo en el momento en que el gran beso de reconciliación se acercaba, me enganché con el cable de los altavoces y me resbalé de arriba abajo por todo el cuerpo de Alberto hasta quedarme de rodillas en el suelo, de manera que si llego a tener la lengua fuera, le lavo el traje y no sé qué más….

Alberto me cogió de las manos y me volví a incorporar, entonces, me besó y me dijo:

“Eres incorregible, Cata, pero te quiero”.

Todos aplaudieron y hasta la abuela Justina que se había quedado dormida, de repente despertó y gritó:


“¡VIVA LOS NOVIOS!”

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