Hola
Javi, después de la accidentada despedida de soltera de Laurita piña colada,
resulta que la muchacha debe ser masoquista, porque me invitó a la boda así que
aquí te cuento todos los pormenores, del antes y el durante….
Como
la boda era el sábado me fui el viernes para aprovechar el fin de semana en el
pueblo y ver a mi familia. Estaban todos revolucionados, las dos cotillas, las
amigas de la Melones, se habían encargado de contar hasta en el Cuartelillo de
la Guardia Civil que Laurita se casaba con Ismael, que era mi ex novio y que yo
iba a la boda para demostrar que no me importaba, pero que en el fondo estaba
destrozada. Así paso, que cuando llegué el viernes, como en mi pueblo son tan
exagerados, me estaban esperando con carteles y hasta camisetas “ÁNIMO” “TE
APOYAMOS” “VALES MÁS QUE ELLA” hubo uno que ya me pareció un poco salido de
tono, pero en cierto modo, como que me hizo esbozar una gran sonrisa: “NO TE
PREOCUPES, TODOS SABEMOS QUE ISMA LA TIENE PEQUEÑA”, ahí se pasaron, la verdad,
je,je.
Bueno,
el caso es que cuando llegué a casa de mi familia, mi madre estaba en la
ventana llorando desconsoladamente sin prestar atención a nada más hasta el
punto de que no se había dado cuenta que mi padre estaba encerrado
en el baño, con el agravante de que había entrado antes mi hermano Joselito,
del que todos conocíamos el rastro que dejaba y no precisamente de Hugo Boss ni
de Armani. El caso es que el pobre hombre gritaba y pateaba la puerta y nadie
le hacía caso:
“¡Mamá
por Dios que a papi le va a dar algo, cómo no le abres la puerta!”
“¡Ay
que disgusto, hija mía!”
“Buenooooo,
¿ya te han contado las dos harpías? Mentira, yo paso de Isma y voy a la boda
porque ya que me han invitado…, además le he cogido cariño a la de los melones,
que es buena muchacha”
“Uy,
si no lloro por eso, el Isma no era para ti, nunca me gustó y no tiene un culo
como es debido y eso es importante”.
“¡Por
Dios mama, contrólate!”(Mi madre está un poco despendolada desde que ha llegado
el brasileño al pueblo y les da clase de samba y zumba a las marujillas, las
tiene a todas embobadas)
“¡Hija
es que María de la Luz y Antonio Javier lo han dejado y Luisa María se ha
quedado con el bebé!”
Entonces
comprendí que el gran drama de mi mamá era por la telenovela que ve en un canal
por ahí perdido del Plus, todos los días a las 4 de la tarde. A mí padre le ha
venido muy bien, pues así él se duerme la siesta y no le suelta el rollo ni le
pone a hacer cosas.
Por
fin, entre Joselito y yo sacamos a mi padre del baño, pues mami seguía con su
rollo y haciendo caso omiso, se fue a casa de la vecina a contarle el horrible
desenlace de su telenovela favorita “Ámame, o mátame”.
Según
salió papá del baño ni hola ni gracias por sacarme ni leches, empezó a
reprocharme absolutamente todo, el tiempo que llevaba sin ir al pueblo, la ropa
que me había puesto, el excesivo tacón de mis botas, lo mucho que me había
pintado y lo que más me sorprendió, que cómo me casaba con el panolis de Isma y no les
había dicho nada. Parece ser que mi padre no se había enterado muy bien de la
movida y es que el hombre va todos los días al bar de Juan a jugar al mus y oye
comentarios pero no los escucha, entonces él saca sus propias conclusiones.
“Papá,
yo no me caso con Isma, sabes que lo dejamos, es Laurita, la frutera la que se
casa con él, pero nos hemos hecho amigas y me ha invitado”.
Mi
padre me miró gesticulando y moviendo todo lo movible en la cara y me llamó de
todo menos bonita…., en ese momento desee haberle dejado encerrado en el baño.
Al
día siguiente, fui con mi madre a la peluquería, la boda era a las 5 y quería
estar muy guapa, porque me había enterado de que también habían invitado a
Roberto, un noviete de la adolescencia y que seguía soltero y sin novia, así que, ya sabes, en mi inagotable empeño de
buscar pareja, pensé que quizás podría volverse a encender la llama, aunque mi
prima Mari Pili ya me había avisado de que habían pasado muchos años y que los
cuerpos cambian..., no supe hasta después, qué quería decir con eso….
La
peluquería fue como una tortura, pues no hablaron de otro tema que el de la
boda y a mí ya me tenían saturada, como Lola, la peluquera no paraba de rajar,
casi me quema el pelo con las pinzas y en vez del alisado japonés estuve a
punto de verme como Bob Marley con las rastas.
Desde
que había llegado al pueblo el viernes, no había parado de comer, ya se sabe
los padres, “que estás muy delgada, que te hace falta un buen chorizo” por
Dios, qué comentario más soez, lo hizo mi hermano Joselito, como no…
El
caso es que cuando fui a ponerme el vestido de tubo para la boda, casi lo
reviento y esto a una horita del feliz acontecimiento. Yo no podía ir así a la
boda, pues al mínimo movimiento se abrían las costuras y corría el peligro de
quedarme como Brooke Shields en “el lago azul”, pero sin el rubio y sin ese
cuerpazo, claro está.
A
mi madre se le ocurrió que fuéramos donde mi prima Amparito que por lo visto
teníamos más o menos la misma talla y ella iba a muchas fiestas, con lo que
algo tendría para dejarme. Yo la recordaba como una mujer de unos 120 kilos,
pero mi madre insistió en que había hecho una dieta especial y se había quedado
estupenda.
Amparito
nos recibió con todo su cariño aplastándonos con sus abrazos, porque aunque si
era cierto que se había quedado como una sílfide, la fuerza no la había perdido
en absoluto, yo recordaba de pequeña que siempre me escondía para que la fiera
no viniera a abrazarme.
Bueno,
pues eso, que me abrió su armario y me dejó elegir el modelo que quisiera, no
es que tuviera mucho gusto en los colores, porque todos eran chillones hasta
decir basta y los modelitos como para ir a la Feria de Abril, pero no a una
boda. Afortunadamente encontré algo negro y más normal, ella insistió en que
era el vestido del entierro de su abuela pero a mí me daba igual, era de lo más
normalito que pude encontrar en ese armario. Me lo puse y me quedaba niquelado.
Amparito
se empeñó en dejarme sus mejores joyas y en pintarme, pues había hecho un curso
de maquillaje para fiestas, así que salí de allí que parecía que me iban a
entregar un “Oscar”, me faltaba la alfombra roja, mi paseo por el pueblo hasta
llegar de nuevo a casa fue todo un espectáculo, algunos hasta me aplaudían
desde las puertas, creo que hasta le estaba quitando protagonismo a la frutera,
pues se hablaba más en el pueblo de mí que de ella, supongo que por el morbo de
que yo soy la ex y esas cosas.
Cuando
llegué a casa a por el bolso, mi padre no quería abrirme la puerta y le oí como
le decía a Joselito “No abras que es una presentadora del Telemadriiiii que
viene a entrevistar a tu hermana por lo de la boda” “¡Papá que soy yo, por
Dios, ábrenos la puerta.”
Aquello
era el principio de una gran tarde y de una gran boda.
CONTINUARÁ………
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