Antes de conocer a Eva tuve una novia
llamada Eva María.
Eva María tenía una hija a la que siempre
llamaba Balanca, si, no me equivoqué al escribir, la llamaba Balanca.
Era una niña muy lista para tener 16
años; tu le preguntabas cuanto sumaban dos y dos y la niña cogía su calculadora
y……………..
Pues bien, Eva María era una mujer
estupenda, muy alegre y divertida, pasé con ella momentos muy agradables y nos
divertíamos mucho juntos.
Un día Eva María me dijo que por qué
no llevábamos a Balanca al cine, pues ponían una película que gustaba
particularmente a la niña. Harry Potter y no sé que más.
Obviamente a mi me gustó la idea,
pues si Eva María era tan agradable, su hija debía ser parecida a ella.
Llegamos al cine y después de sacar
las entradas, nos fuimos a la tienda para comprar las palomitas de rigor.
Yo le dije a Balanca: “Coge lo que te
guste” y la chiquilla lo hizo…………
Al llegar a la caja para pagar las
“chuches”, le pregunté al cajero si allí mismo se podían financiar las compras
de ese establecimiento.
El cajero me miró con cara de
sorpresa y cuando fue a preguntarme el por qué, vio lo que llevaba Balanca para
comer mientras veía la película:
3 kilos de palomitas (normales).
2 kilos de palomitas (dulces).
1 kilo de M&M
Cuarto y mitad de regaliz rojo.
Medo kilo de regaliz negro.
500 gramos de gominolas de ositos.
Una bolsa de kilo de caramelos
variados.
Una palmera de chocolate y dos sin
chocolate.
Un suizo relleno de jamón serrano y untado
en mantequilla.
Dos camisetas del susodicho Harry
Potter, rellenas de fresas y nata.
Unas sandalias de Harry Potter con
escerificación de mermelada de fresa.
Un Mac Flurry de Oreos sin sirope y
amasado.
Dos hamburguesas dobles de queso.
Y una ensalada para tirar (bueno esto
era para Eva María).
Media hora más tarde y después que
pusieran a otro cajero, estábamos los tres sentados en nuestras butacas, con el
pasillo lleno de cosas y esperando a que empezase la película.
Eva María y su hija conversaban
animadamente antes que apagaran las luces de la sala, también cuando se
apagaron las luces y cuando empezó la película, y en medio de la película, y
cuando nos echaron a la calle por hablar durante la película y por dejar
enterrado en envoltorios al calvo que teníamos delante……………..
La verdad es que
nadie se quejó porque hablasen por Whatsapp mientras se proyectaba la película
y eso que las pantallas de sus teléfonos iluminaban la sala como si fueran
focos de discoteca, yo de hecho opté por ponerme gafas de sol, más que nada
para que no se me derritiesen las retinas.
Una vez en la calle, intenté explicar
a Balanca, que en el cine no se pueden hacer ese tipo de cosas, y obviamente
con palabras cercanas a su edad:
“A verrrrrrrrrrrrrr Balanca, no se
puede hablar en el cine”.
A lo que ella contestó: “Eh?”.
“A verrrrrrrrrrrrrr bonita”.
“Eh?”
“Que en el cine solo se ve la
película”.
“Eh?”
Después de media hora desistí, la
niña me miró con ojos dulces y me dijo: “Pregúntame cuantas son dos y dos, que
he traído la calculadora!!!!!!”.
En otra ocasión y yo que soy mucho de
dar segundas oportunidades, Eva María me dijo que si llevábamos a su hija a un
concierto de un grupo musical juvenil llamado DPicios.
Yo pensé que en un evento como ese,
daba igual si la niña no paraba de hablar, pues la música atenuaría su voz y no
molestaría a nadie.
Tuvimos que desplazarnos a otra
ciudad y una vez allí, pude descubrir que había trescientas Balancas super fans
de aquel grupo, que muy emocionadas por el evento, no dejaban de cantar las
canciones, que más tarden oirían.
El tiempo de espera fue largo y me
daba un poco de pena la niña, pues además hacía frío, así que le dije:
“Balanca, quieres que vayamos al coche a por una chaqueta?”
A lo que ella contestó: “Eh?”
Ya empezamos pensé.
“Tienes hambre?”.
“Eh?.
“Has traído la calculadora?”.
“SI!!!!”
“Pues hala multiplica
13714701874018974187 por 18237102837018371”
Así por lo menos se le haría corta la
espera.
Medía hora después abrieron las
puertas del recinto y empezamos a caminar hacía la entrada. Cuando llegamos a esa
entrada, Balanca dijo: “Al final no me da tiempo a terminar la
multiplicación!!!!!”.
A lo que yo solo puede decir: “Eh?”
El concierto fue espantoso, las
trescientas Balancas no paraban de moverse, de gritar y de hacer los coros al
grupo y encima me tocó al lado de uno de los altavoces, así que tuve las
canciones rondándome los oídos durante tres días seguidos.
A partir de aquel día y cuando Eva
María me preguntaba si podía llevar a la niña con nosotros, siempre le decía
que no podía salir, porque tenía gripe o malaria o beri beri.
Por cierto, tiempo después de acabar mi
relación con Eva María, supe que mi antigua novia tenía un problema al
pronunciar la B y la L juntas y que la niña realmente se llamaba Blanca.
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Capítulo dedicado a una niña super
inteligente llamada Blanca y que es un
encanto.
“Eh?”
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