Hola
Javi, después de nuestro intento fallido de reconciliación por whatsapp,
Alberto y yo decidimos asistir a una terapia de grupo, a ver si podíamos solucionar
nuestras desavenencias…
Nos
recomendaron un lugar especializado en el tema y allí nos dirigimos la
parejita. Era un local muy grande y nos atendió una tal Belinda, mujer
despampanante que dejó boquiabierto a Alberto y a mí de mala leche porque
mientras que nos tomaba los datos y nos hacía las preguntas, Alberto
continuamente la ponía caritas y yo por debajo, le daba pataditas, aunque por
desgracia no conseguí llegar al punto clave donde le habría dolido para que se
le quitara el calentón.
La
cosa ya se empezó a poner conflictiva cuando Belinda preguntó:
“Bueno
chicos ¿y dónde pensáis vosotros que radica vuestro problema?”
A
lo que Alberto pestañeando y con los ojos laser hacia dos ciertos objetivos de
Belinda, contestó:
“¡Vaya
melones! Uy perdón quería decir que Cata tiene muchos dolores”
“¿Yo
dolores?” Contesté “lo que estoy es
hasta las narices de tus idas y venidas y de tus mensajes criticando mis
defectos como si fueras perfecto, que si me pongo a enumerar, no paro, entre
las almorranas que a saber de qué te salen tanto, el estrabismo, que tú dices
que no, pero yo te noto que los ojos no están en su sitio y que siempre estás
cansao y no funcionas como debes, estoy por volver con el Travolta que al menos
me daba caña….”
Belinda
se levantó ruborizada y nos invitó a que la acompañáramos a una gran sala donde
nos encontramos a unas tres parejas recorriendo la sala de la mano dando
saltitos como si fueran Heidi y Pedro. Yo le dije a Alberto que si no se habría
confundido y me habría traído a un centro psiquiátrico, pero Belinda no nos dejó
ni reaccionar, se puso en medio de los dos, nos cogió a ambos de la mano y
empezó a dar también saltitos por la sala, como si estuviera poseída,
arrastrándonos a que hiciéramos lo mismo, yo intentaba soltarme pero ella, me
agarraba con gran fuerza, de repente se giró hacia mí clavándome su mirada con
esos enormes ojos y endiñándome tal tetazo en mi brazo que sentí como si me
hubieran puesto la anti tetánica y me dijo: “Relájate y déjate llevar, suelta
todo lo que tienes dentro”.
Yo
no podía más que pensar que aquello era de locos y que no iba a solucionar
nuestro problema, pero Alberto estaba como hipnotizado por los encantos de la
enorme pelirroja y se dejaba llevar sin problemas.
Seguidamente
se hizo la oscuridad y varias manos empezaron a palparme desde la cabeza a los
pies, yo no paraba de dar a diestro y siniestro para defenderme, pero aquello
no había quien se lo quitara de encima. Tenía ganas de llorar, porque no
entendía nada.
De
repente, se encendió la luz, se oyó un silbato y todos pararon en seco,
entonces cada uno se puso enfrente de su pareja y empezó a emitir gemidos,
insultos, improperios, alguna creo que hasta simuló un orgasmo, en fin, que
aquello ya no es que pareciera un centro psiquiátrico, sino uno especial de
enfermos mentales potencialmente peligrosos y yo empecé a asustarme y un sudor
enorme comenzó a correr por mi frente.
Alberto
se puso enfrente mío, me cogió de las manos y empezó a reír a carcajadas,
Belinda y el resto de los asistentes, aplaudieron y se acercaron a abrazarme y
a dar palmaditas en la espalda a mi chico, entonces Belinda me sonrió y me dijo.
“Todo ha sido una broma, Cata, para acabar con la monotonía de vuestra
relación, ¿te ha gustado?”
Gracias
Belinda, gracias Alberto, gracias a todos, espero que os hayáis divertido con
la obrita de teatro que os habéis montado y que os haya hecho sentiros
realizados y que habéis vuelto a vuestra infancia. A mí esto no es que no me
haya gustado, sino que me ha caído como un ladrillo en la cabeza, pues pensaba
que una pandilla de locos nos había secuestrado y que iba a acabar en una
camilla sufriendo los efectos de una sierra mecánica ante los ojos desorbitados
de Belinda y que me iban a partir en cachitos y meterme en bolsas de basura
para posteriormente meterme en un maletero y tirarme a un descampado.
Bueno
ahí tenéis otra idea para vuestra próxima representación artística, yo me voy
de aquí echando leches.
Alberto,
porfa, olvídate de que existo, tú locura va más acorde con la de tu amiga
pelirroja Belinda y tú muchacha, pónteme un sujetador que cualquier día te
cargas a alguien con esos pechotes.
Este
ha sido el fin de mi relación con Alberto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario